100 frases para romper mordazas.
Bailar con tu aliento y susurrar tus tangos.
Acudir a un canto de sirena y ensordecer.
Esculpir el verso del hambre.
Sombrar la poesía de las mujeres.
Vestirse de traje de chaqueta, para cubrir la mente con harapos.
Brindar con vasos vacíos, buscarte en las trincheras.
Y gritar.
Emborronar mi pensamiento, para creer que la pobreza no existe.
Y engañarme un poco para ser (un poco) menos infeliz.
Resucitar un rato siguiendo las estrellas.
Ver tantas muertes que casi me cubra la mortaja.
Reflejarme en un espejo, y decirme que no hay guerras, que soy yo la que lanzo bombas.
Tirar piedras, aun estando condenada por pecadora.
Seguir un dogma inexistente.
Creer que hay un dios arriba.
Y defender un trozo de tela, al que llame bandera.
Y sentir una patria dentro de mí.
Aún teniendo arraigados en la piel los lunares que la metralla dejó en Latino América.
Aún creyendo en una utopía, inexistente, volátil y hermosa.
Aún sabiendo que no bastan 100 frases para dejar de estar callada.