Y es que el demonio, vulgo diablo, conocido también como Pedro Botero o ángel caído, está más liado que un ocho. Tiene el pobre trabajo por un tubo, al menos si hacemos caso a voces airadas y autorizadas que nos avisan de que el maligno ronda por estos mundos de su mortal enemigo, Dios. Y de que nos está buscando la ruina, cuando no el infierno, a nosotros, almas inmortales que de cuerpo, curiosamente, tenemos fecha de caducidad. Veamos qué pasa.
Grandes y autorizadas voces se alzan airadas para advertirnos de que el fin está cerca, pecadores, y de que Satanás acecha para engrosar la lista de inquilinos de su resort infernal con calefacción a toda potencia día sí, día también. Y es que en un país gobernado por rojos, chavistas, comunistas, feministas, abortistas, gays, independentistas y otros seres deleznables enviados por el ángel de las tinieblas, el terreno está más que abonado para la perdición de las ovejas descarriadas, que son (somos) legión.
Y da igual que varios de los últimos Papas de Roma hayan asegurado que el infierno no existe, e incluso que el demonio tampoco. A estas almas valientes les importa un comino que quien es delegado y representante de su Dios en la Tierra diga lo que diga, a no ser que diga lo que ellos quieren que diga. Porque ellos están más allá de esas minucias y su misión no es otra que denunciar lo que están seguros que es la llegada del anticristo a este, nuestro pequeño mundo, para ponerlo patas arriba.
¿Y quiénes son estas voces puras, prístinas, libres de todo pecado, que constituyen nuestra única y última defensa contra el mal que nos corroe y nos devora? Pues por ejemplo, el inefable cardenal Cañizares, quien afirma poco menos que el demonio está metido hasta las cejas en la investigación de la vacuna contra el Covid-19. Según él, se están utilizando fetos humanos en dichas investigaciones, aunque como no cita ninguna fuente queda a nivel científico como un poseído. Poco importa que sus acólitos hayan intentado defenderle después aduciendo que se basaba en un sesudo artículo de la revista Science que el mismo cardenal obvió citar, generalizando hasta el punto que acusaba a las más de 130 líneas de investigación que se están desarrollando de trabajar con células provenientes de abortos, no se sabe si naturales o provocados. No más de seis trabajan con este tipo de células.
Con Cañizares debe estar Satanás preocupado, porque denuncia constantemente sus andanzas y contubernios para hacerse con la victoria en la lucha contra el bien. Seguro que mantiene a su alrededor toda una caterva de diablos y demonios-espía, íncubos, súcubos y cubos en general para enterarse de sus intenciones. Pero el cardenal, inasequible al desaliento y a los poderes del mal, sigue vigilando desde la atalaya de la fe y de la moral los malvados planes del maligno.
¿Y qué decir de Mendoza, máxima cabeza de la UCAM y azote de rojos, invertidos y esclavos de Satán en general? Es la gloria local, el escudo de la Región no sólo ante Lucifer, sino también ante toda esa gentuza que quiere que Murcia deje de ser la última y ultramontana reserva del cristianismo y se convierta en una pedanía del infierno. Avisa a los murcianos (no pondremos también a las murcianas, que puede enfadarse Mendoza) de que el diablo y sus lugartenientes (como Bill Gates o George Soros) se aprovechan de la pandemia enviada directamente por Satanás para inocularlos chips con las vacunas y controlarnos así para beneficio y mayor gloria de su amo, el demonio. Le da igual que por ejemplo Bill Gates haya donado la mitad de su fortuna (inmensa, eso sí) para obras sociales y solidarias, algo que ni él ni los suyos han llegado a igualar ni por asomo. El maligno está ahí, no se cansa Mendoza de repetirlo, y sus siervos nos quieren robar el alma y ofrecérsela en bandeja a su dueño. Otro quebradero de cabeza para este, que encuentra enemigos por todas partes en su ingente tarea de buscarnos la perdición.
Y luego tenemos a otros defensores del bien, como Miguel Bosé, Jair Bolsonaro o el más grande (o al menos el que más pesa), Donal Trump, que también echan pestes del maligno y de sus seguidores y denuncian esto y aquello y lo de más allá. Todos, eso sí, contra un Satanás al que le empiezan a temblar las piernas ante tanto y tan destacado enemigo, teniendo que bregar contra todos ellos para intentar extender el vicio y la corrupción entre los humanos y traer su querido infierno a la Tierra. Al pobre se le acumula el trabajo, a tenor de todos los que denuncian sus depravadas actividades, y estoy seguro de que va a necesitar personal de refuerzo para cumplir con su cometido. Así que atentos quienes estén buscando empleo, porque puede que Satanás necesite reforzar su plantilla.
Aunque desconozco cuáles son las condiciones laborales que ofrece.
