Este año se cumple el 75 aniversario de la consagración de la parroquial de la Asunción de Cieza en Basílica. Fue el 3 de mayo de 1.946, como no podía ser menos, el obispo de Astorga (León) y ciezano de nacimiento el Excmo. y Rdmo. Sr. D. Jesús Mérida Pérez el que presidió aquel ceremonial siendo él mismo su principal organizador. D. Jesús Mérida Pérez fue además de obispo de Astorga, rector magnífico de la Universidad de Murcia. En Astorga está enterrado, en la ermita de Fátima y a sus exequias asistió el entonces alcalde de Cieza ya fallecido, mi pariente D. José Semitiel que se trajo a la Basílica de la Asunción de Cieza el báculo, el cáliz y demás enseres que pertenecieron al finado obispo ciezano de Astorga, como fue su deseo que estuvieran en Cieza y en su amada Basílica de la Asunción y hasta la fecha ahí se encuentran.
Grabada en su lápida ya para el recuerdo la imagen de nuestro Santísimo Cristo del Consuelo para que lo acompañe en su reposo, el Cristo del Consuelo vela en su eterno descanso como ciezano e hijo de este pueblo, que es el nuestro.
En la sacristía de la Asunción todavía permanece tres grandes cuadros en recuerdo de tan gran ciezano. La Basílica de la Asunción de Cieza se construyó entre los siglos XVII al XIX sobre los restos de otra iglesia anterior y más antigua, pero menos espaciosa dedicada a Santa María (siglo XV).Tiene planta basilical, con tres naves con capillas laterales, el altar mayor o capilla mayor y coro encima de la puerta principal de dicho templo, donde se ubica actualmente el valioso órgano que sustituye al desaparecido en el año 1.936.
La Basílica de la Asunción es sobria, espaciosa, de grandes dimensiones, con tres entradas, el atrio y la puerta de Santa María que da a la calle Cartas, el atrio y la puerta de San Pedro que da a la calle del mismo nombre y la hermosa puerta mayor, por donde entran los cortejos procesionales o se abre para ceremoniales especiales, es la que da a la Plaza Mayor.
Con el actual, son ya tres los retablos que se han sucedido con el paso de los siglos en su altar o capilla mayor. El primero de estilo barroco se vendió (según parece) a la iglesia de los Santos Juanes de Valencia, con lo obtenido se pretendía sufragar el coste del piso de nuestra Basílica. El segundo retablo fue realizado por el hellinero Sebastián Guillén ayudado por el también escultor Manuel Carrillo García, retablo que desapareció en la contienda civil del 36 al 39. El tercer retablo es el actual, en un principio colocado en la pared que da a la sacristía, se colocó en su actual enclave en el año 40 del pasado siglo XX, lleva en su immafronte el escudo del Patrón de Cieza, San Bartolomé, (el libro, la palma y el cuchillo), coronado por el símbolo del Espíritu Santo y dos grandes ángeles que culminan el actual retablo mayor.
El actual camarín que guarda la actual imagen de la Stma.Virgen de la Asunción, obra única en talla madera de José Planes Peñalver, se hizo con las medidas tomadas para que cuando viniera a la Basílica la bendita imagen del Santísimo Cristo del Consuelo cupiera en este camarín y así presidiera el retablo mayor para sus cultos pasada la semana santa, ya que se le hacen solemnes novenarios que culminan con la subida a su ermita el ciezano día de la Cruz.
Con el paso de los siglos, han sido muchas la obras de arte y de devoción que han poblado sus capillas laterales. Obras de Martínez Montañez, Salzillo, Agustín Querol, Manuel Carrillo García, Sánchez Araciel, así como otras que no se saben los autores. Actualmente son también verdaderas obras de arte las imágenes que pueblan sus capillas. Imágenes de Pinazo, Planes, Sánchez Araciel, Carrillo Marco, Benedito, Hernández Navarro, Álvarez Duarte, Santiago Baglieto, González Moreno, José Capúz, Ponsoda, Pinazo. Todos sabemos a las imágenes que me refiero. Todos los ciezanos nos hemos convertido de una manera u otra en grandes benefactores de esta valiosa basílica, orgullo de los ciezanos/as; pero han sido las cofradías de nuestra semana santa las que con el paso de los siglos han contribuido de manera superior a su riqueza artística y devocional, ya que de aquí salen y entran las seis veces centenaria semana santa de Cieza, sus procesiones y cultos.
De manera especial destacan capillas tales como la de María Santísima de la Soledad, la más antigua de todas con su valioso retablo de Palma Burgos sufragado por la que fue camarera de la Soledad, Dª. Piedad Jaén Talón en memoria de su madre. Capillas como la de la Virgen de Lourdes, la más antigua de toda la región y diócesis, una de las más antiguas de España. La capilla del Santísimo Cristo de la Agonía, reformada por su cofradía para exponer al culto a la soberbia talla de la Piedad de Capúz, o el bellísimo y único Cristo de los azotes. La capilla restaurada del Stmo. Cristo Yacente, restaurada por la Hermandad de Santa María Magdalena, con el imponente Cristo de Álvarez Duarte, único, majestuoso y la ciezana talla de la Magdalena formando un calvario. La capilla de Nº. Padre Jesús Nazareno con el imponente rostro del Señor, o la histórica capilla del Rosario, junto al altar mayor.
Son muchos los recuerdos que conservo en el fondo de mi alma a cerca de este templo, he sido vecino, en este templo recibí el bautismo, tomé mi primera comunión, ayudé a misa, decoré sus altares, organicé procesiones cuando nadie quería esos menesteres, conocí a sacerdotes santos, que dieron algunos años de sus vidas en servicio de esta comunidad parroquial. De los que yo no conocí me decían que fueron párrocos D. Mariano Aroca, D. Antonio Sánchez Oliva, y de los que yo conocí fueron sus párrocos D. Juan Iniesta, D. Fernando Navarro Hellín, D. Francisco Garrido, D. Cristobal Guerrero, D. Santiago Guirao Costa, D. Manuel Ros, D. Antonio Muñoz Catalán, a él se debe la restauración integral de esta nuestra Basílica, restauró el campanario y electrificó sus sonoras campanas que durante años permanecían sin voz, iluminó la torre, restauró todo el interior del templo, trajo bancos nuevos, la inmensa mayoría de estos bancos pagados por cofradías y particulares que colaboraron en la restauración integral de la Basílica ciezana. Dotó a la Basílica de una nueva iluminación interior, embelleció el retablo mayor, así como reposición de artísticas vidrieras sufragadas por familias de la parroquia y por el mismo D. Antonio Muñoz, que quiso sufragar de su bolsillo una hermosa vidriera con la imagen de la Virgen de las Maravillas de su pueblo natal, Cehegín. El colofón fue la adquisición del actual órgano que se eleva al cielo desde el coro.
Jamás conoció este templo época más fructífera y valiosa para verla tal cual la vemos ahora, totalmente restaurada, los tejados seguros y su torre campanario que allá por el 1.873 proyectara D. José Marín Baldó iluminado, restaurado, fuerte, capaz de aguantar otros tantos años más. Las antiguas campanas que permanecían enmudecidas cobraron sonido, cobraron voz, y cada día nos deleitan con sus toques a los cultos, saludando las horas desde el reloj centenario que el concejo aquí colocó para darnos las horas de nuestra vida y día a día de los ciezanos. Cada vez que oigo las campanas de mi "iglesia", recuerdo a Antonio Tortosa, sacristán que fue de este templo durante más de 40 años, hasta que se jubiló. No siendo de Cieza, él nació en Barinas, vivió en Cieza hasta su muerte, gran persona, aquí nacieron y se criaron sus hijos/as, persona muy querida en el barrio que le dio trabajo, casa y oficio durante años.
Recuerdos de niño tengo muchos sobre este templo, recuerdo al sacerdote D. Dionisio Bernal Capel, al que la misma ciudad de Cieza pagó su estancia en el hospital, su entierro y sobró dinero para obras de misericordia. Recuerdo a mis vecinas Dolores Martínez o Piedad Marín Blázquez Jaén, o su hermana Anita, o a María Gómez Pérez, (la Pachacha), o a María Gómez con su Virgen del Carmen, grandes benefactores de esta hermosa y querida Basílica.
A tantos vecinos/as que hoy estarían muy satisfechos de ver tan bien cuidada nuestra Basílica ciezana. Son muchos los recuerdos, muchos y buenos. La torre de la Basílica de la Asunción es faro entre los ciezanos que volvemos a nuestra ciudad, es guía, seña de identidad de todo un pueblo que ama a su tierra, a sus monumentos, a sus tradiciones, al pasado, presente y al futuro de Cieza, a los nuestros, que es de todos/as.
La Basílica es punto de unión y reunión de paz, de encuentros, sagrado recinto de los ciezanos, espaciosa, señorial, sobria, llena de vivencias, de vida, de recuerdos, es para muchos ciezanos su segunda casa, donde Cristo nos abraza en el perdón, en la eucaristía, en la paz, y nos muestra la vida eterna.
La ciezana Dª. María del Carmen España Talón escribió su tesis doctoral sobre la construcción de este templo ciezano, merece la pena leer, así como el trabajo realizado por el ciezano y pariente mío D. Manuel Marín Rodríguez acerca de esta Basílica, que os invito a leer también el que así guste.
Solo me queda festejar con todos los ciezanos la suerte que hemos tenido de tener sacerdotes en esta Basílica como D. Antonio Muñoz Catalán, un sol, que supo restaurar este templo ciezano donde los haya, nos la supo conservar, enriquecer su patrimonio, le dio luz y voz a ese campanario nuestro, y cuando veamos su luz a entrar a Cieza sepamos que ese faro es señal de transcendencia, paz, futuro, de sueños cumplidos, recuerdos y de imán que atrae a todos a lo nuestro, así seremos pasado, presente y futuro de una Cieza inmortal.
