Son muchos los eventos de alto calibre, donde Juan Bautista recibe a los invitados venidos desde cualquier punto del planeta, con su sonrisa beatífica adobada con un punto de tierna condescendencia y una mirada de vampiro noble que le aporta un caudal de seducción. Y es, posiblemente esa carga magnética lo que le ha convertido en un personaje imprescindible en cualquiera de estos eventos. El último, ha tenido lugar en el suntuoso hotel "Wellington" de Madrid; -el hotel que más figuras del toreo ha visto desfilar por sus estancias, en toda la historia de la tauromaquia. En uno de sus regios salones tuvo lugar la ceremonia de entrega de galardones a un amplio abanico de personajes, compuesto por diseñadores, artistas y profesionales del derecho o la prensa.
La "Fondazione Constanza", un año más hace gala de sus desvelos hacia el humanismo y premia la labor de aquellos profesionales que estima tienen un potente talento, y que nada de sus trayectorias penden de los hilos políticos que en ese momento estén vigentes. Por ello, el popular "padre Ángel" recibió uno de los galardones junto a la directora de la "Fashion Week", el carismático abogado Marcos García-Montes o una magnífica pintora, Agnes Parcesepe que viajó desde Australia para recoger su premio.
Vivimos momentos donde las emociones nos tocaron la piel, como el discurso para enmarcar, que dio el más famoso de los abogados; ironizó acerca de los controvertidos fanatismos políticos, sobre todo ponderó la universalidad y el sentido común de las gentes y que ello pueda estar por encima de las contaminaciones políticas. De cómo la fama, hoy tiene un precio tan bajo y vulgar.
También la portentosa voz de la cantante italiana Silvia Miccoli nos estremeció; -máxime cuando cantó a capela y sin previos ensayos. Sus calidades de excelsa soprano pusieron el punto de verdadero éxtasis. El periodista Alfonso Merlos se mostró enormemente feliz con la entrega de su premio, agradeciendo a la organización el haberle distinguido. Alessandro Costanza y Javier Rodríguez presidieron el acto como máximos responsables de "Fondazione Costanza"; Alessandro como presidente y Javier en su cargo de embajador de dicha fundación en España.
En realidad, Bautista nos confirmó aquello que ya sabíamos de él, que se mueve como pez en el agua en estos saraos. Un escultor y restaurador cuya especialidad son los temas religiosos, que compagina desfiles en altas pasarelas o ejerce como "maestro de ceremonias" en eventos que congregan lo más selecto de las sociedades. Todavía no conozco a nadie que sepa coordinar todos esos quehaceres con suma naturalidad: la cultura artística religiosa, lo profano o la frivolidad trastocada de fina elegancia. Por eso, y cuando fui adentrándome en su particular universo, entendí que su vida tenía mucho de literario, lo cuál propició la realización de una novela, que una vez concluida libra las batallas para su publicación. ¿Será que su trasfondo resulta incómodo?
La vida de un escultor de imaginería religiosa, que se debate entre la creencia acerca del Cristo celestial, proyectado por Pablo de Tarso, o el Jesús histórico que murió vergonzosamente en cruz, por haber anunciado un inminente "reino de los cielos" que nunca llegó. El choque frontal con la cultura judía le hará reflexionar acerca del sentido de su obra, y conocerá el profundo judaísmo de Jesús. Y lo que finalmente dejará perplejo a Bautista, será la tremenda influencia de la numerología (cábala judía) en los evangelios canónicos: los magos de oriente eran tres, las monedas de la traición de Judas fueron 30, Pilatos se dirigió al pueblo tres veces para pedir el indulto, el gallo cantó tres veces cuando las negaciones de Simón Pedro, Jesús es condenado un viernes 3 de abril, supuestamente del año 33. Muere a las tres de la tarde; junto a él dos condenados más, lo cuál hacen el número de tres. Al pié de la cruz, el cuarto evangelio describe a tres personajes y por fin, resucita al tercer día. Sus discípulos eran doce, y sumando ambos dígitos nos darían tres. La santísima trinidad llegaría más tarde. Y así todo. El 3 es el número de la perfección, aunque los evangelios lo secundan con el 7 y el 9.
Si al final, esta biografía novelada ve la luz, los lectores comprenderán que todo aquello que hoy por hoy atisban en las redes sociales acerca de este virtual embajador de Cieza, todo eso quedará empequeñecido por ese relato que le lleva por diversos escenarios, en atmósferas donde la neblina que rodea y empapa su figura, quizás se desvanezca para dar paso a su verdadera esencia como persona.