En casa ya estamos casi acostumbrados a estas facturas tan elevadas. Pero me dio por pensar y por intentar recordar cuánto pagábamos hace pocos años. Y entonces me alarmé.
Hace pocos años, cuatro o cinco, las facturas de agua de mi casa no superaban los 60€. Éramos los mismos, cuatro de familia más el perro. Nunca usábamos la bañera, siempre la ducha, ya que estábamos concienciados del valor del agua y de su escasez en esta zona. Pero desde entonces, sin mediar aviso y sin conocer razón alguna del cambio, las facturas comenzaron a subir. Setenta, ochenta, noventa y ahora cien euros. Y, naturalmente, lo mismo ocurrió con las cuotas de alcantarillado, que están en proporción a las facturas de suministro de agua. Teniendo en cuenta, además, que no sólo pagábamos por el agua consumida, sino también por varios conceptos fijos de difícil comprensión y que subían en el mismo porcentaje que lo hacía el agua.
¿Y si era algo que sólo nos pasaba a nosotros? ¿Quizá teníamos un escape, o alguien de la familia consumía más de lo debido? La mejor forma de saberlo era preguntando. Y eso es lo que hice.
Y resultó que no sólo era un problema mío. Vecinos, compañeros de trabajo, amigos… Prácticamente todos habían notado una elevación paulatina pero sostenida de la factura del agua, y prácticamente todos aseguraban que no habían cambiado sus pautas de consumo o, como máximo, habían intentado reducirlo ante el incremento de la factura. Sin resultado, ya que esta seguía subiendo. ¿Qué ocurre? ¿Por qué este aumento, que es imposible de contrarrestar ni siquiera disminuyendo el consumo?
No conozco las causas reales. No sé si se debe a un aumento de costes, o de los márgenes de beneficio de la empresa que gestiona el servicio, aunque tengo entendido que legalmente este beneficio no debería existir. No sé si se trata de penalizaciones por exceso de consumo, pero que afectan prácticamente a todos los usuarios. Pero me gustaría saberlo, porque mi factura, y las de casi toda la gente que conozco, no hacen sino subir y subir, sin que aparentemente exista tope para este ascenso. Aunque consumamos menos agua que nunca.
Sé, como todos los ciudadanos de Cieza, que en el propio Ayuntamiento algunos grupos políticos están planteando un cambio del sistema en la facturación para cobrar el agua como una tasa. Para explicarlo claramente, se cobraría exclusivamente el agua servida al cliente, desapareciendo todos los conceptos fijos que hasta ahora se pagan. Esta forma de facturación está incluso avalada por sentencias judiciales, que establecen claramente que sólo se puede cobrar por el agua consumida. Dicen que de esta forma el recibo del agua bajaría notablemente. Ojalá sea así. Y si es así, ojalá sea pronto.
El agua es un servicio público esencial. Lamentablemente, en estos tiempos en los que se negocia hasta con la vida, el concepto de servicio público está siendo aplastado por el de negocio, por el de especulación, por el de lucro personal. Y yo me pregunto: si hasta no hace mucho el suministro de agua era un servicio público, que funcionaba perfectamente, con unos precios asequibles, que no resultaban aplastantes para las familias, ¿por qué se ha privatizado? ¿Y por qué sus precios se han disparado? Alguien, seguro, sale ganando con estas privatizaciones de servicios esenciales. Y mientras tanto nosotros, los usuarios, seguimos pagando desproporcionadas facturas por esos servicios esenciales que antes de las privatizaciones eran mucho más baratos.
El agua, imprescindible, se está convirtiendo en un artículo de lujo. El fácil acceso a la misma, símbolo de progreso y bienestar, es cada día más caro. Ni siquiera quienes gozan de alguna reducción por ser familia numerosa u otros motivos se libran de la carestía del servicio. No podremos aguantar así mucho tiempo. No es justo. Por ello nuestros gobernantes, al menos los de nuestra ciudad, deben tomar cartas en el asunto y cumplir el principal de sus deberes: velar por los intereses de los ciudadanos y garantizar unos servicios públicos asequibles y de calidad.
