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Miércoles, 24 de Abril del 2024
Saturday, 23 January 2021

Pillado

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Tino Mulas Tino Mulas

CLR/Tino Mulas.

Con las manos en la masa. Con el carrito del helado. In fraganti. Así ha sido pillado el señor Villegas, a la sazón consejero de la cosa sanitaria regional (murciana).

Cardiólogo para más señas. Fíjense ustedes, una buena elección como consejero de salud, al menos a priori. Un profesional que conoce el percal y, por tanto, debe saber de lo que gestiona. Lo que no sé muy bien es si de decencia, política en particular, sabe algo.

 

Y menos de sentido de la oportunidad. Villegas podría haberse puesto públicamente la vacuna para alejar el miedo que genera en una parte notable de la población. Como ejemplo, vamos. Pero, fíjense ustedes, el señor Villegas (y su esposa, que también ha sido vacunada, y hasta cuatrocientos funcionarios de la Consejería de Sanidad, muchos de los cuales solo han visto un hospital cuando han ido a visitar a un enfermo) se ha vacunado a escondidas, saltándose todas las normas, listas y especificaciones. Y la vacuna que se ha administrado al señor Villegas, a su esposa y a los otros cuatrocientos podía haber servido para disminuir el riesgo de contagio de cientos de ancianos, de sanitarios de las UCIs y los laboratorios, de limpiadores de los hospitales, de conductores de ambulancia y de médicos de urgencias, de personas que, día a día, luchan para salvar a otros de una enfermedad que pueden contraer cuando intentan preservar las vidas de los enfermos.

 

Y lo curioso del caso es que Villegas lo tenía todo para triunfar en el ruedo de la política-gestión. Es un reconocido y reputado profesional de la salud con formación en varias especialidades, entre ellas la de Medicina Comunitaria. Su trayectoria hasta ahora en la Consejería de Salud no había concitado prácticamente críticas, más bien al contrario. Su no adscripción a ninguno de los dos partidos políticos de la coalición de gobierno (Ciudadanos y Partido Popular) le daban un aura de tecnócrata e independiente que jugaba, sin duda, en su favor y en el de quienes le eligieron para el cargo. Aunque había en la trastienda ciertos datos que rompían esta independencia, como el hecho de haber sido nombrado por el Partido Popular en perjuicio incluso de cuadros destacados de la formación; una apuesta que levantó sin duda ampollas a nivel interno, pero que parecía hasta antes de ayer un acertado éxito.

 

Pero ayer el príncipe se convirtió no ya en rana, sino en sapo. La actuación de Villegas una vez desenmascarado ha sido de lo peor que hemos visto últimamente en política: primero lo negó todo, después dijo que solo se había vacunado él y debido a que es médico (aunque ejerza en exclusiva de político), más tarde juró que informó a Madrid, quien dio su bendición, lo que enseguida se demostró falso. Después se supo que su mujer (que por cierto, es Directora General de Farmacia en la consejería regentada por su marido) también se había vacunado. Villegas afirmó que solo se había vacunado a unos cuantos altos cargos y ello debido a su posición de responsabilidad. Más tarde se conoció que todo aquel que quiso en la Consejería de Sanidad se vacunó: simplemente había que apuntarse a una lista. Una lista con más de cuatrocientos nombres.

 

El daño a la credibilidad del consejero, de su gobierno y del partido que lo apoya ha sido tremendo. La apuesta de este a nivel regional por un perfil independiente y tecnocrático en algunas consejerías se ha derrumbado. Pero más daño han hecho las declaraciones de algunos de los portavoces murcianos del PP a nivel nacional, como es el caso de García Egea, defendiendo lo indefendible y negándose a pedir la dimisión de Villegas, aun cuando hasta sus socios del gobierno regional lo habían hecho. Esta actitud ha dejado en entredicho la constante petición de responsabilidades, destituciones y ceses que su partido y especialmente él mismo emplean un día sí, otro también, como arma política contra el gobierno regional.

 

Tan insostenible ha llegado a ser la situación que finalmente Villegas, que en ningún momento reconoció su error y menos aún su metedura de pata, se ha visto obligado a dimitir menos de veinticuatro horas después de conocerse el escándalo. Une escándalo que deja bien a las claras la altura moral (escasita, muy escasa) de muchos políticos de nuestra región y de nuestro país, para quienes las normas están hechas para los demás, estando ellos y ellas por encima del pueblo al que, al menos en teoría, han prometido o jurado servir. Vano juramento el que se rompe de esta forma tan miserable.

 

Lo que me gustaría saber es si el señor Villegas ha sido el único de los altos cargos regionales (y lo mismo puede ocurrir en otras comunidades autónomas o en el estado) que se ha aprovechado de su posición no solo para esta cuestión, sino también para muchas otras que les interesaran. Estoy casi seguro de que no. Ejemplos se han visto de alcaldes, familiares de sanitarios o cuidadores y hasta de sacerdotes que se han vacunado cuando no les correspondía y aprovechando enchufes e influencias. Así que no creo que, como dice una política sobre la que suelo escribir a menudo, se trate de meras anécdotas. Me temo que el fraude esté más generalizado.

 

Y me gustaría equivocarme. Pero si Villegas ha terminado con un pillado, raro sería que fuese el único.

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