Mientras los elegantes pies, envueltos en seda negra acariciaban y escalaban las piernas del marchante internacional Gerard Torres; provocándole cierta excitación, éste mantenía una conversación telefónica con el reverendo Germán Sánchez. Solo los manteles anaranjados de la mesa donde cenaban; en el restaurante "Narizotas" de Segovia, eran mudos testigos de aquellos escarceos.
-Usted, señor Torres, solamente tiene que dejar el maletero de su coche sin cerrar con llave; ¡ya me entiende, del resto no se preocupe!..
-Explicaba el párroco Sánchez.
-Quiere usted decir, padre ¿que no podremos vernos?
-replicaba Gerard.
-Esta vez no....¡Por favor, deje el dinero en el ultimo confesionario de la iglesia!...A partir de la una es buena hora. No queda nadie en el templo.
Gerard mira con vehemencia a Gloria mientras se despide del reverendo Sánchez. El sumiller y jefe de sala Ángel Luis Peña rellena las copas con vino de la Ribera del Duero.
-¿Pretendes venderle al párroco, algún dibujito de Picasso o Tapies?
-Preguntó de sopetón Gloria.
-¡No, que va; los curas no suelen comprar arte, en tal caso lo pueden vender!
La cantata de Bach: "Jesús, alegría de los hombres" suena a modo de cortina musical en la calidez del vetusto local.
-¡Pues que divertido!...-Comentó sardonicamente Gloria, a la vez que sus cubiertos acariciaban el lomo de gallo relleno de langostinos con salsa de centollo sobre plato de diseño.
-Aunque te diré, que después de lo de París, no me asusta nada ese mundillo tuyo.
-Explicaba ella con mirada entreverada de dulzura e ironía.
-¿Te refieres a lo que sucedió con el japones?.
-Si....¡Me pareció una canallada lo que hicieron con el pobre!...Dime, ¿esas cosas pasan con frecuencia en las subastas?
-No, aquello fue una cosa aislada; realmente extraña...Es cierto que se hacen locuras por poseer alguna pieza de arte. La belleza puede convulsionar, hasta incluso provocar cosas como esta....
Gerard y Gloria se conocieron en Venecia, coincidiendo con los carnavales. El marchante fue a comprar un lienzo del pintor veneciano Francesco Guardi y en medio del marasmo festero en el palacio del conde Emile Targuetta trabó amistad con la española. Vivieron un tórrido romance y él le propuso visitar París. Allí conoció de primera mano la atmósfera mágica de una subasta de arte. Fue en el emblemático santuario de las subastas parisinas: el hotel "Doudrot".
En ese lugar tuvo que presenciar, como a unos pocos metros de distancia, caía desplomado al suelo el marchante japones Shimose; mientras alzaba su cartulina de puja. Sobre el escenario de la sala se erguía, encima de un atril, un delicioso desnudo de Modigliani. Era la pieza estrella de aquella subasta. El público asistente creyó que el oriental había sido fulminado por un infarto; en la feroz lucha que mantenía con un colega americano, que también ansiaba poseer el perturbador desnudo adolescente del genio italiano.
El americano se hizo con la pieza, mientras el japones era retirado por unos funcionarios de la sala, a la espera de ser trasladado a un centro sanitario.
-¡Al fin y al cabo todo quedó en un susto!....
-Asertó el marchante.
-¡Pero no me digas que la belleza lo justifica todo, incluso esto!..
-Protestaba airada Gloria.
-El dinero y la belleza se fusionan y crean un terrible binomio; esa es la razón de todo esto, o la perversidad...¿quien sabe?...
Al día siguiente de la subasta, supieron que un secretario libanés del americano había disparado una pequeña cánula que contenía un potente somnífero, y que al ser clavada en el cuello del oriental; produjo en éste un efecto fulminante, provocando su desvanecimiento, a la vez que se llevaba su mano izquierda al cuello. Los facultativos asistieron al tratante nipón sumamente desconcertados; y después de algunas horas despertó, preguntando por el dibujo de Modigliani.
El camarero colocó unos postres: "Souffle de chocolate con helado de yema, acompañado con pasas de Corinto y vino de misa de 12, de la iglesia de San Martín"
Una fina lluvia se dejaba notar en el exterior, y Gloria sonríe por el evocador título de los postres. Gerard aprovecha para sugerirle la gran belleza del templo románico de San Martín; que queda a unos metros del restaurante.
-¡Tiene un hermoso Yacente de Gregorio Fernández, y lo último relevante que hicieron ahí fue un anuncio navideño del "Freixenet".
-¡Lo de mañana promete!....el párroco que no sabemos donde estará; el confesionario reconvertido en cajero automático; parece parte del guión de una película de intrigas.
-Explicita Gloria, mientras alza su copa para brindar con el marchante.
-¡Si, un argumento a lo "James Bond", pero sin escenarios paradisíacos; en la reseca Castilla de Machado....-Ríe el marchante.....