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Sabado, 20 de Abril del 2024
Sunday, 02 April 2017

Lechugas murcianas para Inglaterra

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Tino Mulas Tino Mulas

CLR/Tino Mulas.

Gran Bretaña es mucha Gran Bretaña. Y no digamos Inglaterra. Cuando se les mete una cosa en la cabeza, no descansan hasta que lo consiguen. Y esta vez se les ha puesto entre ceja y ceja salir de la Unión Europea. Y, al final, lo van a hacer.

Pero esta vez va a ser diferente. Con la que, según todos los expertos, es la decisión más equivocada que ha tomado el pueblo británico en los últimos 80 años, los resultados que se van a obtener serán tremendamente negativos, aunque mucho más para Gran Bretaña que para la Unión Europea. Y eso se debe a que Gran Bretaña, aunque tal vez parte de su pueblo y de su clase política no se haya enterado aún, ya no es un imperio. Ni siquiera es ya una gran potencia. Y pretende amedrantar y arrancar concesiones a una Unión Europea que, en su conjunto, es la mayor potencia económica del planeta.

 

Y es que más de cuarenta años de convivencia con la Unión Europea han hecho que el “espléndido aislamiento” en el que se encerraba el antiguo Imperio Británico hasta que algo le molestaba en el devenir internacional se haya convertido en una imbricación tal con sus hasta ahora socios que le va a ser muy difícil a los británicos bregar con el marrón de un Brexit duro. Y para ejemplo un botón. Y un botón murciano para más señas: las lechugas.

 

A los británicos les encantan las lechugas. Y los tomates, los pepinos, el brócoli y otras muchas hortalizas, frutas y verduras. Pero para producirlas tiene un problema: agua les sobra, pero les falta sol. Y de eso aquí nos sobra. Y el precio de nuestras verduras es mucho más barato que el de las hipotéticas suyas. Por ello los británicos han dejado prácticamente de producir hortalizas y verduras, y en el caso de las lechugas es prácticamente imposible encontrar una cultivada allí. En los supermercados británicos la reina de las lechugas es la iceberg del Campo de Cartagena. Y lo mismo pasa con casi todos los demás primores de la huerta. Acuérdese el lector de lo mal que lo pasaron los ingleses hace unos meses, cuando las heladas y las lluvias arruinaron buena parte de las cosechas hortícolas españolas, y sus supermercados se encontraron desbastecidos al intentar manipular los precios en origen anulando pedidos, mientras que otros mercados, como el alemán, sí tenían verduras españolas, aunque más caras.

 

Pues bien, si el Brexit es finalmente duro, como parece que va a ser, y Gran Bretaña queda fuera de la zona de libre comercio de la UE, los amantes de las verduras, las frutas y las hortalizas británicos lo van a tener complicado. En primer lugar, van a tener que pagar un precio más alto por esas verduras, ya que tendrán que pagar aranceles (impuestos a las importaciones) por ellas. En segundo lugar, el dinero que antes conseguían por vender sus productos a la UE se va a reducir, porque ahora venderán menos por los aranceles que la UE pondrá a esos productos. Es decir, tendrán menos dinero para comprar productos más caros. Y si se pone a producir esos productos ella misma, le saldrán aún más caros, por lo que me temo que no les quedará otra que o buscar un proveedor alternativo y barato (cosa difícil) o seguir comprando, aunque menos, las lechugas del Campo de Cartagena.

 

¿Y a nosotros, en qué nos afectará? Pues en principio, venderemos menos lechugas a los ingleses. Pero hay otros veintiséis países de la UE a quienes podemos vender lechugas (y algún que otro país no comunitario más), y entre los que no encontramos mucha competencia dentro de la propia UE. Y lo mismo ocurre con las demás verduras y con las frutas. Y con otros muchos productos que producimos y que ahora vendemos a Gran Bretaña. Y como aquí, en la Región de Murcia, los turistas ingleses no son tan numerosos como en otras regiones, el impacto de un Brexit duro sobre nuestro sector turístico será menor, y se podrá absorber en poco tiempo con el crecimiento sostenido que el turismo viene verificando en los últimos años.

 

¿Y nuestros chicos y chicas que trabajan allí? Muchos de ellos trabajan en la sanidad británica, que aunque no es ya ni la sombra de lo que fue, y está en franca decadencia, necesita de nuestros enfermeros y médicos simplemente para funcionar. Y si les obligan a irse o empeoran sus condiciones de trabajo, la sanidad británica simplemente se colapsará, máxime cuando tenga además que atender a buena parte de los jubilados británicos que viven hoy en España y que deberían regresar a su país, con sus necesidades sanitarias por cubrir. Y para los demás, estoy seguro de que muchos de ellos tienen trabajos de alta cualificación, y a los británicos les será muy difícil sustituirlos si se van, ya sea obligados o por decisión propia.

 

Resumiendo: para nadie será bueno, pero quien va a pagar un precio más alto, con toda probabilidad, va a ser Gran Bretaña. Que además, tendrá que seguir comiendo lechugas murcianas. Napoleón, incapaz de derrotarla, acuñó una frase célebre: “Que Dios castigue a Inglaterra”. En esta ocasión no ha hecho falta Dios: se han castigado ellos solitos.

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