Y lo hacen a cuartetos. De cuatro en cuatro, nada menos. ¿Qué pasará? Pues es difícil saberlo.
La legislatura agoniza. Era difícil que continuara, habida cuenta de que el único nexo común entre los partidos que desalojaron al PP de La Moncloa era precisamente su oposición a las políticas del Partido Popular. En cuanto ha llegado el momento de desarrollar políticas propias y comunes, léase por ejemplo presupuestos, el balón ha estallado y el partido se ha terminado.
Tras finalizar el consejo de ministros del viernes 15 el presidente Sánchez ha dado el pistoletazo de salida oficial a la carrera electoral. No cabía otra salida política, por lo que en tres meses vamos a elegir de nuevo a nuestros mandamases a nivel local, regional, nacional y europeo. ¿Qué puede salir de esta maratón de elecciones? Vamos a hacer un poco de política-ficción.
Lo primero, las encuestas. Variopintas ellas, por cierto. De hecho algún que otro periódico ha realizado un estudio de la tendencia de voto haciendo una media de todos los sondeos conocidos y las conclusiones son de todo menos claras: puede ganar tanto el bloque de derechas como el de izquierdas, o una coalición de los partidos menos escorados de ambos. Por no decir que los sondeos últimamente suelen fallar más que una escopeta de feria. Así que poco de concreto podemos sacar por este lado.
Lo segundo, el panorama político. Revuelto, todo hay que decirlo. El PSOE, llegado al gobierno prácticamente de rebote, ha tenido en el mismo una actuación no demasiado evidente y un tanto pasiva y dubitativa, aunque sí con cierto calado social. De cualquier forma (y si tenemos que hacer caso a los denostados sondeos) los socialistas han perdido una oportunidad clara de aumentar su representación parlamentaria como parecían prometer las encuestas de hace unos meses.
Por su parte el Partido Popular, a pesar del triunfalismo desbocado de su líder, se enfrenta a un panorama poco halagüeño. Aunque ha logrado el gobierno en Andalucía, sus resultados electorales han sido pésimos por la pérdida del voto centrista y de la extrema derecha, y de nuevo las denostadas encuestas anuncian un batacazo aún mayor. Sin embargo, y al igual que en Andalucía, puede darse la paradoja de que con el apoyo de otras fuerzas de derecha logre la presidencia del gobierno y la mayoría en las Cortes.
Ciudadanos será, con casi total probabilidad, uno de los grandes triunfadores de la maratón electoral. Al menos en teoría, claro, porque por mucho que el partido de Rivera haya intentado ocultarlo su escoramiento hacia la derecha, incluso extremista, es evidente. En teoría (y de nuevo según las encuestas) las perspectivas para el partido naranja son buenas, aunque su posición no es demasiado firme precisamente por dicho escoramiento.
¿Y qué decir de Unidos Podemos? En el caso de Podemos el escoramiento ha sido hacia la izquierda y los problemas en su dirección, con el abandono de la misma de prácticamente todos los fundadores salvo Iglesias, han restado una evidente intención de voto al partido. Los sondeos (tómense de nuevo con precaución) predicen una pérdida evidente de apoyo a la coalición con Izquierda Unida, ya muy criticada en círculos de ambos grupos políticos.
Llega el turno de Vox, la gran sorpresa de las últimas elecciones andaluzas. Vox puede irrumpir con relativa fuerza en el parlamento español, aunque buena parte de sus votantes quieran simplemente castigar a los partidos tradicionales. Creo que su recorrido no será muy largo, ya que tienen como enemigos a prácticamente todos los grupos sociales que no sean de naturaleza ultraconservadora, pero su importancia política en estas elecciones puede decantar hacia la derecha el resultado de las próximos comicios.
¿Y qué ocurre con los nacionalistas/independentistas? El PNV ha seguido una política de moderación muy beneficiosa para el País Vasco, aunque sin renunciar a sus principios, que ha reportado prestigio al partido y prosperidad a Euskadi, lo que posiblemente se traduzca en un aumento de su apoyo electoral. Bildu, heredera de Batasuna, seguirá en su línea y por ello no aumentará prácticamente en un solo voto sus apoyos, sino más bien todo lo contrario, dada la situación de estabilidad y bonanza económica vasca. Por su parte los independentistas catalanes se han lanzado al precipicio abandonando su apoyo al gobierno del PSOE y arriesgándose a medidas represivas probablemente traumáticas si la derecha gana las elecciones. Un error de cálculo grave y que puede perjudicarles mucho, al menos en mi opinión.
Quedan los partidos regionalistas, cuya influencia política puede ser grande en momentos puntuales pero que por lo general tienen más carácter representativo que capacidad decisoria.
Pues nada: que en definitiva no me atrevo a decir quién va a ganar las elecciones, pero que gane quien gane será una decisión del pueblo soberano y en consecuencia inapelable.
