8 le había venido adjudicando en sucesivos pronósticos desde hace más de un año y 8 concejales ha obtenido la candidatura encabezada finalmente por Juan Manuel Molina tras la “purga” realizada desde Murcia entre la gran familia y las familias medianas y las pequeñas del P.P. ciezano. Sólo en el último pronóstico, el de la semana pasada, me aventuré a apuntar la posibilidad de que el “arreón” final y el miedo al que viene otra vez la izquierda pudiera proporcionarles un mejor resultado a los populares ciezanos. La lista del P.P. sigue siendo la más votada pero esos 8 concejales son absolutamente insuficientes para que el alcalde de Cieza siga siendo del P.P., algo que también anticipaba de manera taxativa y clara en mi pronóstico de la semana pasada.
En virtud de la buena campaña realizada, le adjudicaba 7 concejales al PSOE de Pascual Lucas Díaz, aunque también comentaba que podrían quedarse en 6, como ha ocurrido. 1-2 le daba a Cieza Puede y 2 han sido. 1 al CCCi de José Luis Vergara, que seguirá conservando su acta de concejal como el James Stewart de “Caballero sin espada”, 1 a los otros Ciudadanos con “cedilla” de Óscar Verdejo, y 1 les ha dado el pueblo; creía, y así lo escribí, que los voluntariosos candidatos de UPyD (partido al que el vendaval de la historia política reciente ha puesto al borde de la desaparición) y de Falange Auténtica (desaparecidos de facto desde hace tiempo pero empeñados –y eso tiene mucho mérito- en dejar constancia de su existencia) no alcanzarían su ansiado lugarcico al sol o a la sombra del salón de plenos. Y así ha sido. Quizá algunas desafecciones de última hora explican que una Agrupación de Electores como Cieza Puede, vinculada con el tsunami “Podemos”, que partía con expectativas de voto más amplias aún que las obtenidas, que son buenas, se haya quedado en los 2 concejales, cuando algunas quinielas que yo conozco bien y que me han hecho ganar una cerveza, ¿eh, Antonio?, les daban hasta 4. Eso y que el espacio programático y hasta las consignas y proclamas mediáticas de Cieza Puede- Podemos sigue estando (al menos en Cieza y quizá en buena medida gracias a la existencia del Club Atalaya) bien representado en Izquierda Unida y eso es lo que explica también su extraordinario resultado electoral, en un contexto general, un tablero de juegos de guerra, en el que Izquierda Unida no ha salido hundida pero sí muy tocada. Porque hay que decir que en Cieza ha sido Izquierda Unida (con todos esos añadidos de Ganar Cieza y Alternativa Socialista, pero Izquierda Unida al fin como principal marca de fábrica), con un formidable candidato que se llama Francisco Saorín, la gran triunfadora de las elecciones municipales del domingo en Cieza.
Ni que decir tiene que quien está en mejor disposición de hacerse con la alcaldía de Cieza es Pascual Lucas Díaz, el alcaldable del PSOE, que con seguridad será investido como “al cadí”, el jefe, alcalde de Cieza, en la sesión extraordinaria de pleno del próximo 13 de Junio, San Antonio bendito. Hasta ese día le queda a Pascual un camino difícil y tortuoso de dura negociación, y desde ese día, un camino aún más difícil con nada menos que 6 grupos políticos representados en el Ayuntamiento. Es la hora de los pactos, que se imponen por pura necesidad. Pero, con tener un camino complicado para llegar a la investidura, más complicado será aún conseguir que el triunfador último de un proceso en el que el pueblo no ha señalado con claridad e incuestionablemente a una persona o a un grupo político como ganador, sea el propio pueblo de Cieza. Ya va siendo también hora de eso. Por lo demás, si Pascual Lucas consigue armar un pacto consistente de progreso en el que el Norte, el Sur, el Este, el Oeste y toda la rosa de los vientos giren en torno a un objetivo que se llama Cieza, no tendrá ningún problema y podrá pasar a la historia de esta ciudad como un buen alcalde, algo para lo que indudablemente tiene condiciones naturales sobradas y que constituye en buena medida el sueño de su vida.
Y ahora...¿qué?. Pues decirles que lo mío ha sido un puro entretenimiento sin malicia alguna. No voy a cobrar -¿quién me pagaría por esto sin llamarme Esperanza Aguirre?, y, si acaso, tras hablarles a ustedes, como Gonzalo de Berceo, en roman paladino, sólo aspiro a un vaso de bon vino, que, trasmutado en lúpulo y cebada fermentada y aromatizada, es decir, en rica cerveza, se encargará de pagármela (me consta que lo hará con gusto y paladeándola conmigo en amena conversación) mi antiguo alumno y siempre amigo Antonio Gómez Portillo, que hizo también su quiniela y falló más que yo. Se siente Antonio, ¡apoquina!.
