Aunque son ya pocos los que dudan de la influencia que tiene la mano del ser humano en el clima (y también las termitas, que son mayoría, o los rumiantes, los volcanes, la radiación solar y los peligrosos pedruscos que orbitan la Tierra y que de vez en cuando caen sobre ella y la lían parda), nadie con dos dedos de frente científica puede atribuirse una predicción climática a tan largo plazo (recordemos: 100 años, cuando ni siquiera los muy expertos pueden pronosticar si se va a producir una DANA con una previsión de más de una semana de antelación) a causa del desatino medioambiental ocasionado por la sola acción del hombre. Si la tecnología humana es la causante de este estropicio, como algunos ecologistas de moqueta o salón gustan de decir (aunque ninguno renuncia a su móvil, ordenador o Tablet, fabricados precisamente en las industrias que ellos mismos demonizan), qué hubiera sido de nuestra longevidad humana (por cierto, gozamos en España de la segunda mayor del mundo y, hasta donde sabemos, del Universo); o de la cada vez mayor erradicación del hambre en el mundo; de la libertad que te dan las tecnologías, las de siempre y las nuevas; y, por mencionar sólo una más, la libertad que uno tiene para desplazarse de un lado a otro como le venga en gana sin que te suponga un esfuerzo muscular excesivo. Pero no, los gurús de esta nueva corriente nos piden renunciar, con carácter preventivo, a aquello que ha colmado de bienestar al ser humano, especialmente a los combustibles fósiles, para que los oportunistas de siempre puedan abrir una gran cartera de negocios con la llamada “energía verde” (Vamos, como si fuera producida por vegetales y hortalizas y no por artilugios que contaminan lo suyo también) para quedarse ellos con el monopolio energético, actualmente en manos de la OPEP, y que al incauto ciudadano que la contrate le resulte más cara incluso que la convencional. Muchos expertos coinciden en afirmar que no es posible detener o modificar un cambio climático en curso (de hecho, todas las medidas llevadas a cabo hasta ahora no han dado ningún resultado positivo; es más, hasta la Tierra ha reverdecido en estos últimos 40 años y las muertes ligadas a eventos meteorológicos extremos han ido a menos durante el último siglo), por lo que, en vez de medidas preventivas, plantean hacerles frente a sus efectos y acomodarse a sus nuevas condiciones. Pero la verdad es que los que defienden esta alternativa son minoría en el “establishment científico” y por ello son tildados de “negacionistas” del cambio climático; a diferencia de algunos cabecillas de esta lucrativa corriente activista, a los que en justicia se les podría tildar de “apocalípticos”. La historia del ser humano está plagada de intereses ocultos (los manipuladores, al igual que los tontos, nunca descansan, aunque los primeros no tienen un pelo de sandios) y alguno ha sugerido que detrás de todo esto está la mano de un decrépito anciano que mece la cuna, multimillonario para más señas, que no ceja en el empeño de derribar Estados incentivando el nacionalismo y el populismo desestabilizador allá donde resulte factible (verbigracia: España con Cataluña, el Reino “DesUnido” con su Brexit a cuestas, la decadente Rusia, a remolque con Ucrania, Georgia y Chechenia, y otros muchos ejemplos más que no vienen al caso ahora) y cuyo propósito último es eliminar la soberanía de los pueblos y despojar de su bienestar a la clase media del mundo, para que la brecha entre el conjunto de los abominablemente pobres (entre los que estaremos los españoles , si vive lo suficiente este tipejo) y el selecto grupo de los asquerosamente ricos, al que él pertenece, sea más profunda y duradera. Por otro lado, armarse de razones sólo porque la mayoría (de científicos y público en general) defiende con ardor las predicciones apocalípticas del cambio climático antropogénico, puede ser peligroso. La mayoría, por citar solo tres casos al azar, creía antaño que las brujas existían, así que muchas mujeres fueron quemadas en la hoguera (en España y en Bélgica); o también eso de que la Tierra era plana (algo que algunos mentecatos todavía defienden actualmente), y que el Sol gira alrededor del planeta azul, lo que le valió a un científico de pro su destierro de por vida por defender lo contrario. Así que ya ven cómo se las gastan algunos cuando manipulan a la mayoría…

Y aquí entro yo:

Mi querido contertulio guasapero, voy a permitirme responder a tu extenso y bien fundamentado guasaps con una pequeña lección, dirigida sobre todo a los más jóvenes, sobre el “Cambio Climático”, contra cuyas previsibles malas consecuencias vienen protestando últimamente: mirad, no es por nada, pero vosotros, los jóvenes, sois la primera generación que ha exigido aire acondicionado en todas las habitaciones, sois también los que cumplimentáis vuestras tareas en el computador, soléis tener un televisor en cada habitación, pasáis buena parte del día usando medios electrónicos; en lugar de caminar hasta la escuela, el instituto o la universidad, usáis una flota de vehículos privados que obstruyen las calles; sois los mayores consumidores de la historia, compráis la ropa más cara para estar “a la moda”. La protesta contra el cambio climático se anunciaba por medios digitales y electrónicos, pero sería prudente acudir a la reflexión y, antes de protestar, apagar el aire acondicionado, ir a la escuela a pie, apagar los móviles y leer un libro, mientras dais bocados a un buen bocadillo, en lugar de comprar alimentos envasados. Pero, claro, sé muy bien que nada de eso sucederá, porque sois egoístas, maleducados, manipulables por personas que, en la sombra o descaradamente, lanzan proclamas incendiarias supuestamente en nombre de una causa noble, mientras disfrutan del lujo occidental más salvaje. Despierten, maduren, cierren la boca (así no entrarán molestas moscas) e infórmense de los hechos antes de protestar.