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Jueves, 18 de Abril del 2024
Friday, 30 August 2019

El Viaje (Final) a Ninguna Parte. Mientras pasa una feria más…

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Bartolomé Marcos Bartolomé Marcos

CLR/Bartolomé Marcos.

Ya conocen ustedes sobradamente mi punto de vista sobre las ferias y fiestas, en particular esas (o sea, estas que estamos terminando un año más) que nos atormentan con su aburrida recurrencia insoportable (¿cuántos no dicen a estas alturas aquello de “estoy deseando que pase la feria?”), que hay que celebrar porque lo manda el calendario, que suelen convocarse a redoble de tambor, cornetín de órdenes o sones melosos de dulzaina, y en las que es obligatorio -eso siempre, curioso oxímoron- divertirse.

¿Por qué? Pues porque lo mandan. Y, si no, eres un “aburrío”. Ya lo he dicho y escrito muchas veces, pero lo repito: no me gustan. Esta de 2019, tampoco, aunque -si les digo la verdad-, la estoy viviendo muy poquito, y eso quiere decir que, ni la disfruto…ni la padezco. Me deja “indiferenteibol”. El día de mi santo, el pasado sábado, 24 de agosto, día de San Bartolomé, aún me encontraba apurando los últimos días de mis segundas - y breves -, vacaciones de verano (aunque yo vivo en vacaciones el año entero…para tirria de envidiosos) en el “pestor” de la Manga del Mar Menor, mientras veía las evoluciones y piruetas contra la lámina azul del cielo de un caza C-101 de la vecina Academia General del Aire de San Javier, idéntico al que dos días más tarde, acabaría estrellándose contra el mar y provocando la muerte de quien lo pilotaba, el instructor de vuelo Francisco Marín Núñez, sobre cuya desgracia algún independentista catalán imbécil (valga la redundancia) -esa especie de irredentos gilipollas- se ha permitido hacer chistes…Sí, veía esas airosas evoluciones aéreas y contestaba, agradeciéndolos, los muchos guasaps de felicitación por mi santo que me remitían antiguos compañeros de trabajo, conocidos, amigos, e incluso algún que otro desconocido o desconocida. Felicidades por aquí, felicidades por allá. En fin, buenos deseos a discreción. Aún no era, no soy, invisible del todo, ¡válgame Dios, y yo con estos pelos! O, mejor dicho, sin ellos.

 

De vuelta en Cieza me encontré nada más llegar con un viejo conocido: el cutrísimo desfile de carrozas (mucho ruido, ruidísimo infinito, bullicio infame y pegajoso) que, para mi sorpresa, aún sigue existiendo (no lo han jubilado, como a mí, o como a la cervecera fiesta internacional del escupitajo, que en paz descanse) y que este año había cambiado su emplazamiento en la programación, pasando de celebrarse en sábado a celebrarse en domingo (volví precisamente el domingo, 25 de agosto). Llegué sobre las cinco y media de la tarde y me encontré (para mi desgracia, yo aún vivo allí) el panorama habitual de esos festejos y celebraciones en el Paseo: calzadas limpias de coches aparcados y policía municipal en intensa y febril ocupación y actividad (si llamársele puede actividad a eso) de poner papelitos amarillos de denuncia en los parabrisas, contribuyendo al incremento del presupuesto municipal y apoyando, como cobertura logística, a los varios gruistas y grúas que retiraban los últimos coches cuyos despistados propietarios habían olvidado quitarlos para que el ruidoso y trasnochado cortejo, elemental, paleto y antiguo, pudiera desenvolverse sin mayor problema o dificultad. Reparé también en otra significativa y chocante novedad: en el Paseo no se ha colgado este año ningún arco luminoso de los que tradicionalmente se colocaban por Feria, con lo cual vía tan destacada y principal ha quedado como desvaída y algo morriñosa, triste y apagaducha, como en los peores tiempos de la supuestamente recién superada crisis, que vuelve a asomar el hocico olisqueando la inminente ruina. En fin, doctores tiene la casa (consistorial), pero en el Paseo ha vuelto la Feria, a oscuras.

 

En este verano de 2019, el eterno presidente en funciones (no me lo puedo remediar: tengo que sacarlo a pasear cada semana), Pedro Sánchez Castejón, del partido chuleta sanchista institucional, sigue en permanente desfile de vaciedades (otro desfile de carrozas, por muy joven que se sea) por España y por el mundo, convertido él mismo en un auténtico “facha”, pues que milita en el “fachadismo” más descarado, en el que todo es pose, fachada (de ahí lo de “fachadismo”, ¿verdad?) y escaparate, desde las gafas de sol hasta su chulesca y artificial manera de andar. El photo call al poder. Fachada para ocultar el vacío absoluto de “tontolculo” de solemnidad que es. Creo que España, y el PSOE, merecen un personaje un poquito menos ridículo.

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