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Martes, 16 de Abril del 2024
Sunday, 21 May 2017

El Viaje (Final) a Ninguna Parte. Español, madridista, zidanista y benzemiano…Sí, ¿qué pasa?

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Bartolomé Marcos Bartolomé Marcos

CLR/Bartolomé Marcos.

Después de alguna que otra proclama pública en la que dejé expresa constancia escrita de mi militancia en el más apasionado madridismo-y paralela y complementariamente, como no puede ser menos, en el más visceral antibarcelonismo- reitero, porque es innegable, y para que conste, ante esta nueva encrucijada histórica Liga - Champions, que el equipo de mis amores es el Madrid, el Real Madrid de España, Una, Grande y Libre, manque les pese a quienes quieren treinta y dos.

Y como es cosa de amores, pues aquí racionalidad sólo hay la justa, que son razones del corazón – noble, amerengado y blanco- que la razón –tantas veces negra, interesada y repodrida- no entiende. Por ejemplo no se entienden desde esta parte del mundo las razones apuntadas por el presidente del Barça para apoyar la celebración del referéndum independentista, después de que allí se haya trabajado torticera y deslealmente durante décadas para orientar la opinión de la ciudadanía residente en Cataluña en sentido afirmativo y favorable hacia la independencia. ¿Dónde va a ser grande el Barça si no es en España?

 

Pues hétenos aquí de nuevo, por mor del azar del juego (que el fútbol es un juego que se juega con los pies, en el que los principales protagonistas suelen ser casi siempre tuercebotas y en el que cabe por lo tanto el azar, la casualidad, la fortuna, y hasta el caprichoserío de la castigada pelota, que se introduce en la portería equivocada sorprendentemente y casi sin querer o que, por el contrario, se ve repelida una y otra vez por laterales de la portería, crucetas, postes, travesaños, banderines o el mismo árbitro, que también juega, evidentemente, y que más de una vez hace de las suyas…casi siempre contra el Madrid, porque no se diga). Miseria y grandeza del deporte rey…qué buen invento nos trajeron los británicos, que mira que son piratas y que son hijos de puta, pero qué listos que son.

 

Decía que hemos llegado a un punto de la temporada que nos sitúa en otra de esas coyunturas históricas en la que, a partir ya de hoy, miércoles, 17 de Mayo, en que escribo este comentario, puede pasar de todo: lo mejor, para los madridistas, con la conquista de la Liga y una champions consecutiva, o la nada más absoluta…eliminados como fuimos inconcebiblemente de la Copa por el Celta en su día, apeados, quizá de nuevo por el Celta o por el Málaga de Michel del sueño de la Liga. Vivir el éxtasis de lograr el éxito en ambos casos (al menos en uno) o la frustración de Tántalo de tener la copa al alcance de la mano sin poder apurar su contenido probando una vez más las mieles del éxito. Con el agravante además de que en esos casos los beneficiarios serán los aborrecidos culés, en la Liga, o la vecchia, marrullera y sucia putancana italiana, la Juve, en la Champions.

 

En esta preñada y descomunal tesitura, cuando hoy amenaza con explotar el volcán de la frustración de los mediocres en Balaídos, la semana pasada se produjo, en el transcurso de la disputa del partido de vuelta de la eliminatoria de semifinales entre Atlético de Madrid y Real Madrid en el Calderón, un chispazo, un relámpago, un divino prodigio anunciador…una señal. Apenas habían transcurrido veinte o veinticinco minutos de partido. El Madrid perdía por 2 a 0, el Calderón parecía la caldera hirviente de Pedro Botero y el cielo se había conjurado para una remontada histórica del equipo colchonero, que dirige entre aspavientos, con muy poca clase y menos elegancia, el gañán-tahúr de la pampa Diego Simeone. Confieso que jamás había visto nada igual. Karim Benzemá, un jugador raro, introvertido y genial, en la que yo percibí como la antológica, extraña e inesperada jugada de un autista del fútbol, corría en solitario la línea de fondo del campo, en un solipsista tiquitaca pie derecho- pie izquierdo, dejando atrás el cerco de hasta seis jugadores del equipo rival, y centraba para que Isco Alarcón marcara el 2 a 1 que, después del 3 a 0 de la ida, dejaba abiertas las opciones de salvar la eliminatoria y pasar a la final, de un equipo que hoy por hoy lleva impreso el verbo GANAR en su ADN.

 

Benzema merecía la jugada que hizo en el Calderón. Ningún jugador la merecía como él, después de tantos años. Y después de tantas Champions. Karim Benzema merecía quedarse en las repeticiones con una jugada así, con una maniobra que resume los mejores años de su carrera: arrinconado en una esquina del campo con tres contrarios delante, delante de la portería con tres contrarios detrás.

 

Ganará el Madrid la champions y/o la Liga, o no ganará nada, pero la Casa Blanca imprime carácter y hasta nobleza de carácter. El que no va a ganar nada este año será el Barcelona, salvo quizá –qué risa para un club independentista- la Copa del Rey. Si acaso gana también la Liga será porque se la acabe regalando el Madrid. ¡Ele ahí! España generosa y olé aunque ya no haya toros en la Monumental de Barcelona!

 

La solución habrá empezado a gestarse cuando este artículo llegue a sus ojos.

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