No te canses, Cipión. Vallecas forever.

Solamente tienes que ver cómo enfoca cada periódico o cada cadena televisiva una misma noticia que pueda tener consecuencias políticas. La manipulación de las mentes es una meta obsesiva de aquellos que para llevar a cabo sus oscuros fines, nos consideran poco menos que meros números, votos o estadísticas.Y no quiero que pienses que soy de esos atormentados con las teorías conspirativas.

Cipión, no te canses. Vallecas mon amour.

No es casualidad que sus señorías, los gobernantes, teniéndonos nada más que por votos potenciales, nos oculten la verdad y no nos digan las cosas por su nombre. Y si para silenciar una noticia incómoda a un gobierno, o, qué digo yo, a un simple partido político, se precisa prender fuego a un monte, pues lo mandan hacer como si nada y así desviar la atención de la peña hacia este nuevo problema.

O prender fuego al campo, querido Cipión. Ya lo hizo Nerón. No te canses. Vallecas…forever.

Sydney Brenner decía que “los científicos sabemos cómo resolver problemas, a diferencia de los políticos, que los crean allá donde no los hay y luego les aplican las soluciones equivocadas”. Además, para sus eminencias, “el fin siempre justifica los medios”. Cada mes, un organismo cualificado se encarga de hacer público un barómetro que sondea el malestar de la gente en su día a día y permite a los manipuladores verificar si han preocupado a la masa en la dirección adecuada…Ya lo decía el siglo pasado el rebelde húngaro novelista, ensayista, historiador, periodista, activista político y filósofo social Arthur Koestler: “La experiencia enseña que para todos los procesos complicados a las masas hay que darles una explicación simple y que les resulte fácilmente asequible” . Y uno de sus instrumentos favoritos para ello es la televisión (…) La tele ha conseguido que los miembros de la familia no hablen entre ellos, sólo que opinen sobre lo que ven y oyen, como sujetos abúlicos al socaire de los manipuladores…

Que no te canses, Cipión. Que, como en Vallecas, en ningún sitio.

Hay hoy unos preocupantes paralelismos con la distópica sociedad que Ray Bradbury reflejó en su novela “Farenheit 451”, escrita en 1953. Una sociedad en la que estaban prohibidos los libros y a la gente se le ofrecía continuamente un entretenimiento televisivo baldío, como sujetos pasivos controlados por el gobierno. Dime acaso, querido Berganza, qué hogar no tiene encendida la tele cuando hay alguien en su morada. Cuando la ponemos en marcha, a diario nos martillean con ruedas de prensa en las que los mandatarios nos preocupan un día con esto y al siguiente con lo otro ¿Es que estos representantes del pueblo, a los que pagamos con nuestros impuestos, no tienen mejor cosa que hacer que chupar cámara a todas horas?

Nada como el sueño proletario, sencillo y feliz de Vallecas. Ever and forever por siempre jamás.

¿Y qué decir de los dueños de las multinacionales farmacéuticas que, como toda actividad empresarial que se precie, tienen como loable misión que sus beneficios económicos anuales sigan in crescendo (misión que comparten con los banqueros), aunque para ello haya que “fabricar” cada cierto tiempo pandemias que acojonen al personal y le hagan olvidarse momentáneamente de los políticos (o de los putos terroristas que, como bien dices, en estos tiempos están siendo blanqueados sin respeto ninguno hacia sus víctimas)…las vacas locas, la gripe aviar, las gripes de letras mayúsculas, el virus del Ébola, el coronavirus ahora… y los que vendrán.

Lejos del mundanal ruido, Cipión. En Vallecas. Forever.

Los manipuladores sacan partido del morbo y del miedo que atenaza a la mayoría de la gente (…) Ahora los políticos de nuevo cuño han cambiado su sillón parlamentario por la poltrona del plató televisivo, donde captan a todos los ingenuos habidos y por haber a base de vender bien su imagen, o sacando a colación el siempre recurrente guerracivilismo, aunque ni experiencia ni zorra idea tienen de cómo gobernar un país (…) ¿Y qué me dices de lo trascendental que resulta para nuestra existencia vital seguir a diario el circo montado por los vividores que aparecen en los “reality shows” (aunque más parecen enjaulada jauría, a tenor de los ladridos que se propinan), o de aquellos pobres analfabetos rescatados de la “España profunda”, proclamando a los cuatro vientos sus problemas sentimentales? Pero todo esto tiene su remedio, si atendemos a la sentencia del célebre (y sabio) Groucho Marx, nadie puede dudar de los beneficios intelectuales que puede proporcionar la “cajita tonta”: “La televisión ha hecho maravillas por mi cultura. En cuanto alguien la enciende en casa voy a mi biblioteca y me leo un buen libro.

Un abrazo. Cipión. Un abrazo, querido Cipión, y, ¿sabes que te digo? Pues eso mismo…que sin televisión también se vive. Y mejor.