Se acaban de hacer públicos los datos de analfabetismo en nuestro país. Un concepto que durante décadas se utilizaba como indicador del grado de desarrollo de un país y que en la actualidad no es muy definitorio entre los países desarrollados, cuyos índices de alfabetización rozan casi siempre el 100%.
En España el analfabetismo dejó de ser un problema general hace ya décadas. La constatación de que una población trabajadora formada es mucho más rentable y eficiente que una no formada convenció a los gobernantes del país para desarrollar un sistema educativo que abarcara a toda la población en edad escolar y a aquella que habiéndola sobrepasado quisiera acabar con su situación personal de desconocimiento de la lectura y la escritura. Además el propio paso del tiempo hizo que muchas personas analfabetas, casi todas de edad avanzada y procedentes de entornos desfavorecidos, fueran muriendo, lo que ayudó aún más en la disminución del analfabetismo.
La tasa de analfabetismo en mayores de 16 años (fuera ya de la edad obligatoria de escolarización) en España es del 1,25%, una tasa bastante baja comparada con el 50% o más de principios del siglo XX. Pero este dato, en constante descenso, es una media de todo el país. Si nos fijamos en los porcentajes por comunidades autónomas vemos cómo las variaciones son notables, desde un 0,34% en el País Vasco hasta tasas cercanas al 4% en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, aunque la volatilidad de sus poblaciones en el caso de estas últimas y el gran número de extranjeros desvirtúe estas cifras.
Pero vamos a los más cercano a nosotros: las tasas de analfabetismo en la Región de Murcia. Y aquí llega la mala noticia: de las diecisiete comunidades autónomas que constituyen España Murcia es la que tiene el porcentaje de población analfabeta más alto, superando a regiones como Extremadura o Andalucía. No se trata de porcentajes excesivos, un 2,75%, pero en cifras reales hablamos de más de 40.000 murcianos y, sobre todo, murcianas que no saben leer y escribir. Porque es un hecho constatado que el analfabetismo afecta siempre en mayor grado a las mujeres que a los hombres, en una proporción que alcanza y en ocasiones supera el 2 a 1.
¿Causas? Varias. Primero, nuestra historia. Murcia ha sido desde siempre una de las regiones más atrasadas y pobres del país. Atraso y pobreza son sin duda el mejor caldo de cultivo para el analfabetismo y la incultura en general. A ello se une el carácter agrícola de la Región, en la que cuanta menos formación tuviera la mano de obra, mucho mejor para los empleadores. Además la pobreza general empujaba a los hijos de la mayoría de las familias a empezar a trabajar a edades muy tempranas, por lo que nunca completaban el ciclo escolar básico en el que se aprendían y consolidaban las capacidades lecto-escritoras.
Por tanto el atraso y la pobreza anteriores explican en buena parte esta situación de liderazgo del analfabetismo nacional. Además el desarrollo económico posterior se basó de nuevo en una agricultura moderna pero muy intensiva en mano de obra y en la construcción, sectores en los que la formación no es necesaria. Por otro lado la incorporación progresiva de la mujer al mercado de trabajo sí empujó a muchas murcianas a intentar mejorar su formación, lo que actuó en parte como acicate para bajar los porcentajes de analfabetismo. Este esfuerzo y el de lograr titulaciones de enseñanza básica se canalizó a través de las Escuelas de Adultos, dependientes de la red pública de centros educativos y que nunca han sido suficientes para atender la demanda existente, en especial durante la crisis económica.
Pero la cuestión es que la respuesta del gobierno regional a los datos que año tras año nos colocan a la cola del país en analfabetismo ha sido tibia. No es algo que haya despertado un gran interés en la Consejería de Educación ni en el Palacio de San Esteban, por lo que seguimos ostentando ese dudoso honor. Se han hecho cosas, eso es cierto y no se puede negar. Ya querrían para sí muchos países del Tercer Mundo nuestros porcentajes de analfabetismo. Pero a nivel nacional otras regiones que partían de situaciones socioeconómicas similares a las nuestras o incluso peores han logrado resultados bastante más positivos en su lucha contra el analfabetismo, debido a que sus esfuerzos en este sentido han sido mayores y más estructurados. Cuestión de prioridades, sin duda. Aquí la educación no lo es y la única política educativa coherente y estructurada seguida por los sucesivos gobiernos regionales en los últimos veinticinco años ha sido la privatización del sistema educativo murciano. Con los resultados que están a la vista: en educación encabezamos, pero por la cola, prácticamente todas las clasificaciones educativas nacionales.
Por mucha propaganda que intente ocultarlo.
