La consejera de destrucción de la educación pública de la CARM presentó el miércoles 12 de mayo los presupuestos del departamento que quiere derribar para el ejercicio 2021. En primer lugar hay que decir que son muy austeros. Mientras que los presupuestos generales de la Región son este año fuertemente expansivos, con un aumento de gasto de más del 12%, los de su consejería solo aumentan en un 5%. No culparé yo a la consejera de este parco incremento; no porque no la crea culpable, sino sobre todo porque no sé si este diferencial se debe a ella o a que el gobierno regional no le ha dado más. En cualquier caso, al final la culpa recae en quien gobierna esta Región, que ya sabemos qué prioridades tiene.
Poco dinero, en fin. La consejera ha explicado que se empleará en contratar al profesorado auxiliar que este año se empleó para disminuir los efectos del COVID y que tendrá el curso que viene la misma misión. Supongo que la consejera sabe de cuántos (muy pocos) trabajadores está hablando. Así que no es una explicación con fundamento para intentar que el respetable se trague el nuevo presupuesto. Máxime cuando las ayudas de comedor y las becas de estudio quedan congeladas. Y peor aún si tenemos en cuenta que la consejera prevé también que se paralice la extensión de la gratuidad de los libros a los alumnos y alumnas de 3º y 4º de ESO, incumpliendo así los plazos previstos y las promesas hechas a las familias murcianas, que siguen teniendo que pagar barbaridades por los libros de sus hijos.
Y menos mal que la consejera es abanderada y adalid de la libertad de enseñanza, aunque es difícil que los niños y niñas puedan aprender algo sin materiales con los que hacerlo, o arruinando a sus familias para conseguirlo. Pero tal vez estoy pecando de populista, o retorciendo la realidad. Porque la consejera sí vela por la libre elección de centro. Para ello el presupuesto de su departamento asigna un 3,5% más que el año pasado a los centros concertados. Eso sí, a los públicos no se les sube un céntimo. Que se fastidien, que son unos rojos adoctrinadores. No como los otros, ejemplos muchos de ellos de libertad y tolerancia.
¿Y qué ocurrió cuando se le preguntó a la consejera por esta diferencia y este desprecio a la enseñanza pública, la cual por cierto debería mimar y proteger como obliga el cargo por el que cobra? Pues que dio una explicación ejemplo de ecuanimidad e ingenio. Cito entre comillas: “los de la concertada también son alumnos murcianos”. Gran descubrimiento el de la consejera, que quiere decir que los de la pública no lo son, ya que a ellos no se les aumenta en absoluto la asignación.
Pero insisto: la consejera ya dijo cuando fue nombrada lo que iba a hacer. Lo dijo, además, por escrito, con ese magnífico estilo y ese rigor gramático y ortográfico propio de quien de ninguna de las maneras ha hecho méritos ni tiene capacidad para ocupar el cargo que ocupa… Salvo por la casual circunstancia de que okupar, okupa un escaño que no es suyo y sin el cual el partido que gobierna la Región no podría hacerlo.
Es igual, la consejera está en ello; lo que estamos viendo no es nada comparado con lo que nos queda por ver. Y así nos irá, a la cola de la educación nacional (y de otras muchas cosas también) gracias a décadas de gobierno de un solo partido que es capaz de pactar con la extrema derecha para blindar sus poltronas y que no puede pedir responsabilidades ni acusar a los demás de la destrucción de la educación pública durante decenios, única constante que ha guiado su labor en este ámbito desde que ocupó el gobierno regional hace ya un cuarto de siglo.
Así que sigamos a la consejera en su ofensiva contra la educación de todos y levantemos nuestra armas coreando su grito de guerra: ¡Al ataque!
