La reacción de políticos y empresarios de la zona no se ha hecho esperar, ante un golpe que constituye un auténtico mazazo para el atractivo turístico de la zona apenas un mes antes del inicio de la temporada de verano. El nuevo presidente regional, López Miras, se ha apresurado a surcar las aguas de la laguna y a aclarar que la retirada de las banderas azulas se ha hecho en función de los análisis realizados el pasado verano, cuando el Mar Menor estaba como estaba. Y que si se hacen análisis ahora la situación cambiará. De hecho afirma el presidente que el Mar Menor está ahora mucho mejor que entonces, cosa que creeremos, pero se viene arriba y asegura que la laguna ya está como estaba hace 20 años. Y lo siento, señor presidente, pero al menos yo, rendido admirador y usuario de este tesoro de nuestra Región, esto último no puedo creérmelo.
Y no me lo creo no porque me caiga usted mejor o peor, ni porque tenga más o menos afinidad política con usted. No me lo creo simplemente porque los expertos, los que saben mucho más del tema que usted y yo juntos, dicen que no es así. Y que va a costar llegar a ese grado de recuperación.
Porque el daño que recibió el Mar Menor ha sido de tal magnitud que ha perdido más del 80% de su vegetación submarina. Porque los niveles de nitratos en el agua, aunque han bajado, siguen siendo excesivamente altos. Porque no se ha terminado, ni muchísimo menos, con los vertidos a la laguna. Y pretender que la situación ha mejorado hasta el punto de hacer desaparecer por arte de birlibirloque el problema no es sino engañarnos a nosotros mismos y a los posibles turistas que, creyéndolo, puedan venir a visitarnos y acaben defraudados por lo que vean.
Porque al final todo se sabe, todo se ve. Y esos turistas que crean las afirmaciones triunfalistas pueden después ponernos a caldo, llamarnos de todo y hacer en contra de nuestra zona turística por excelencia la peor de las publicidades: el boca a boca, o el tweet a tweet, o subir a Facebook sus opiniones negativas. Y entonces perderemos durante muchos años todo lo que teníamos, que mucho costó ganarlo y en un momento puede desvanecerse en un mundo de personas interconectadas.
Seamos serios. Preguntemos a los expertos. No hagamos declaraciones rimbombantes ni acusemos a todos los demás de nuestra propia desidia. Trabajemos. Hagamos lo que haya que hacer para limpiar el Mar Menor y devolverle su aspecto de siempre, su verdadero yo, todos juntos, porque a todos nos duele (o nos debería doler) y estoy seguro de que todos queremos lo mismo: que nos devuelvan nuestra laguna como antes fue, y que disfruten de ella montones de turistas de todos los rincones del mundo, y que hablemos todos maravillas de ella, y que sigamos disfrutándola por muchos, muchos años.
Y que no nos la vuelvan a destruir. Que es nuestra, y si alguien la deja morir tendrá que pagar por ello.
