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Viernes, 19 de Abril del 2024
Sunday, 08 April 2018

La Semana Santa de los nombres propios y del pueblo (II)

El Manta, armao fallecido en la mañana del Viernes Santo El Manta, armao fallecido en la mañana del Viernes Santo José María Cámara

CLR/José María Cámara.

De Miércoles Santo a la Resurrección.

La tarde del Miércoles Santo volvió otro año más a convertirse en una tarde donde el pueblo acudió en masa a los traslados que desde sus sedes hacían las hermandades de San Juan y la Magdalena, precedidos por los alegres pasacalles de los tercios infantiles de las cofradías de los Dormís, Beso de Judas y Samaritana.

 

Con un sol resplandeciente en lo alto, y cuando el reloj marcaba las cinco y media de la tarde el pasodoble de los Dormis comenzó a invadir cada uno de los rincones de la Calle Cartas. Salía el Ángel Triunfante del tercio infantil de los Dormis, mientras que los tercios infantiles de las Cofradías del Beso de Judas y la Samaritana dirigían sus pasos hacia la Cañeta, lugar desde el cual iniciaron en grupo el pasacalles que daría paso a los traslados más castizos y ciezanos que tienen lugar en nuestra Semana Santa, con permiso del Santo Cristo del Consuelo. Quizás merece una revisión este pasacalles, el de los tercios infantiles, puesto que cada año la participación de los niños y niñas va en descenso, motivados quizás, por el interés en participar en la procesión de la noche. Pero antes de la noche las cofradías de San Juan y la Magdalena hicieron suyas las calles de Cieza, dejándonos estampas tan bellas como el paso de San Juan por los Egios, verdadero balcón a la huerta ciezana, o la subida por la Calle Mesones del cortejo Magdaleno. Larga vida a los traslados del Miércoles Santo que anticipan la llegada de la noche, de la Procesión General.

 

La Procesión General del Miércoles Santo supuso la confirmación de que la Semana Santa de Cieza constituye el evento clave en la persona del ciezano. La Semana Santa se va erigiendo año tras año en una fiesta que con el poso de los años se ha instalado plenamente en el ideario colectivo del pueblo de Cieza. Fue la Procesión General del Miércoles Santo la confirmación de lo dicho anteriormente, una procesión que con unos cortejos amplísimos y unas calles llenas de gente se erigió en la procesión de procesiones de este año, pues ninguna otra llegó a congregar a tanta gente, nazarenos y espectadores, en las calles de Cieza. Siendo este elemento el principal para que la procesión fuera un poco lenta, pero: ¡bendita lentitud si siempre es provocada por la participación masiva del pueblo de Cieza en los cortejos procesionales!. Acabó la jornada cuando de madrugada entró la Virgen de los Dolores a la Basílica de la Asunción, por cierto, por poner alguna nota discordante a esta impresionante jornada. Deben los espectadores valorar si están viendo una procesión porque lo que ven les atrae o porque están de juerga con sus amigos, si este último es el motivo: por favor quédense en sus casas y déjenos ver las procesiones tranquilamente, harán bien a la Semana Santa de Cieza.

 

Jueves Santo Día del Amor Fraterno, jueves de Esperanza y Agonía en las calles de Cieza.

 

Tras la celebración eucarística del Jueves Santo la Cofradía de los Hijos de María ponía de nuevo en la calle su amplio cortejo de manolas. Al filo de las ocho y media de la tarde, y tras proceder a dar la bienvenida a los invitados y presidencia de honor, la cual recayó en el periodista ciezano D. Alejo Lucas, la imagen comenzó a salir poco a poco por la puerta de la Casa Museo de la Semana Santa de Cieza. Destacar como siempre el impresionante manto de flores realizado por los propios hermanos de la cofradía; manto que este año tenía como elementos centrales el pan y el vino de la Última Cena. Por otro lado destacar también la vuelta a este cortejo del canto coral, y es que la Coral Ars Nova se situó dentro de la Casa de Hermandad de los Hijos de María para interpretar al paso de la imagen dos delicadas composiciones. Por otro lado, y como es tradición, en la Esquina del Convento la rondalla de la Residencia de Ancianos interpretó una adaptación de la conocida marcha procesional ‘’Caridad del Guadalquivir’’ rompiendo la Esquina del Convento a aplaudir cuando terminó la interpretación. Es este uno de los momentos que poco a poco se ha convertido en definitorios dentro de la procesión de los Hijos de María. Al filo de la media noche y tras llevar un ritmo de procesión más rápido que otros años la imagen de Nuestra Señora de Gracia y Esperanza se despedía del pueblo de Cieza. En la intimidad de la Casa de Hermandad una persona rompía a llorar ante la Madre. Tras 19 años el capitán de los tronos de los Hijos de María: D. José Ortiz dejaba la campana para pasar a ser un andero anónimo. Dejaba tras 19 años de ser cabo de varas. 19 años en los que centenares de personas hemos aprendido a valorar y querer las tardes del Jueves Santo con su voz ronca, sus palabras de ánimo y su mirada siempre atenta para que a Nuestra Señora de Gracia y Esperanza nada le pasara en su caminar por las calles de Cieza. ¡Que honor el tuyo Pepe! ¡Que honor dirigir durante 19 años la institución de la Eucarística el Martes Santo y el Dolor de una Madre en la tarde del Amor Fraterno! ¡Que honor tan inmenso! Personas como Pepe hacen de nuestra Semana Santa una Semana Santa grandiosa. Grandiosa como el servicio que Pepe presta día tras día a quienes hasta su tez morena se acercan para pedirle cualquier cosa en post de la Semana Santa. Grandiosa como la Procesión del Silencio.

 

Otro Jueves Santo más las doce campanadas nos marcaban la salida de la Procesión del Silencio. Jueves Santo en el que tras muchos años D. Antonio Lucas Parra dejaba de ser el presidente en la noche del Silencio para ser un hombre anónimo, uno más, en el cortejo de la Agonía, su amplio e incontable legado junto con el de sus directivos era recogido por D. José Villa Señas, el cual se enfrentó a su primera procesión como Presidente de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía. Destacar como siempre la solemnidad, recogimiento y respeto con la que el pueblo trata a esta procesión. Procesión que desde que salió hasta que entró tuvo una temperatura ideal para su contemplación, permitiendo que en su entrada a la Basílica la plaza estuviera abarrotada de gente observando a Cristo mientras entrega su alma a Dios Padre. "¡Elí, Elí! ¿lama sabactani?"..Con esas palabras el alma de un romano estaba siendo llamada al cielo, al balcón privilegiado de los procesionistas ciezanos.

 

Se levantó la mañana del Viernes Santo con aires de tristeza, se levantó un nuevo día roto de dolor. En un día llamado a ser esplendoroso, lleno de luz y monumental las tornas se cambiaron, todo se entristeció y el cielo incluso rompió a llorar inconsolable. Aquella mañana del Viernes Santo quiso Dios llevarse consigo a un romano que bien parecía sacado de la propia Roma. Debo reconocerles que en la participación en FITUR mi objetivo no paraba de detenerse en su rostro, puesto que sus rasgos me parecían los más representativos del Tercio Romano de Cieza, con permiso del Flecha. El rostro del Manta era uno de esos rostros que con solo verlo llegar ya te trasmitía gloria, seriedad y respeto, lo mismo que infunde con su paso el Tercio Romano. Su estandarte aquella mañana se quedó desconsolado llorando en la Calle Cadenas, y junto a él el Tercio Romano. Esa mañana las corazas, espadas y plumas de los Armaos decidieron no salir a buscar a Cristo en el Paseo y en las calles de Cieza, el Tercio decidió aupar al cielo al Manta, el buen romano que aquella mañana murió donde Cristo Resucita: En los Valencianos del Convento, lugar de tantas y tantas tertulias cofrades el alma del Manta se fue al cielo, se fue al cielo en la mañana en la que el cielo lloró desconsoladamente cuando ante sus puertas San Pedro le indicó al Manta su hueco para junto al Morena, Antonio Salas, El Cabo Vázquez y tantos y tantos cofrades ciezanos disfrutara de ahora en delante de nuestra Semana Santa. La mañana del Viernes Santo no fue la mañana del Viernes Santo según Cieza, fue una aproximación, porque sin los Armaos desfilando por nuestras calles no es Procesión del Penitente, es una procesión sin apellido, un redoble sin cuerdas, una caracola sin escuadras y un Prendimiento sin el Nazareno. Todo acabó de manera precipitada cuando el cielo rompió a llorar al filo del mediodía, a paso ordinario las imágenes comenzaron a llegar a la Casa Museo de la Semana Santa de Cieza. Todo acabó con las calles de Cieza llenas de lágrimas de San Pedro.

 

La tarde del Viernes Santo de nuevo fue de los Hermanos Dormis que a media tarde trasladaron a su Señor desde la Gran Vía de Cieza hasta su Casa de Hermandad. Traslado que a ritmo de pasodobles gana año tras año en presencia de hermanos y cofrades que desean ver al grupo de Carrillo desfilar por el entorno del Paseo.

 

La luz del Paseo poco a poco fue dejando paso a la última noche. Los últimos rayos de luz se hacían presentes en la Plaza de la Asunción cuando el Cristo del Perdón comenzó a salir por la puerta de la Basílica. Comenzaba la última de las grandes procesiones. Destacar el respeto, solemnidad y abrazo sentido que el pueblo de Cieza regaló a los Armaos cuando por nuestras calles desfilaron al compás del tambor destemplado. En esa noche las piernas no tocaron el cielo al caminar, sino que los pies besaban el suelo estremeciendo al silencio que toda la noche los acompañó. El silencio se hizo todavía más palpable cuando en la recogida del Santo Sepulcro el presidente de los Dormis y un representante de los Armaos portaron tumbado y cogido por ambos extremos el guion que tantos años había sido acariciado en las procesiones por el Manta. El respeto de la noche solo se vio roto por el aplauso sincero que la Calle Cartas regaló a los Armaos cuando dejaron a Cristo Yacente en el sepulcro en el que se convierte la Casa de los Dormis en la noche del Viernes Santo. Dejando a un lado a los Armaos destacar la participación esa noche en el cortejo del grupo escultórico de la Piedad, algo habitual, pero que en esa noche cobraba importancia pues hace 75 años el escultor José Capuz dejó a los ciezanos una buena muestra de su arte en la obra de la Piedad. Por otro lado hacer mención especial a las entradas de San Juan y la Soledad en la Basílica, ambas con la lectura de una oración, una desde la puerta, San Juan, y otra desde el Balcón de los Ferrer, Soledad.

 

La soledad en la que quedó la Plaza tras la entrada de María en su Soledad pronto se fue rompiendo ante el descenso de Cristo a los Infiernos. Otra madrugada más los hermanos de Ánimas volvieron a tocar tres veces a la puerta de la Basílica para encontrarse con su Cristo, el Cristo que baja a los Infiernos para liberar al primera padre, Adán, y mostrarnos una cara de la Semana Santa distinta a la que se había visto el resto de días en las calles de Cieza. Este año bajo la atenta mirada de 7RM, el cortejo congregó a numerosos curiosos que año tras año quedan anonadados ante el paso de tan magno, castellano y solemne cortejo. Un cortejo que pese a la lluvia caída inicialmente no cedió en sus ganas de llevar a Cristo a las mismísimas puertas del Infierno. Resaltar que durante toda la noche la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de Medinacelí regaló a la Semana Santa de Cieza un nuevo acto. Desde las 00:30 hasta las 8:30 de la mañana el Yacente de Carrillo y la Soledad del Convento, obra de González Moreno, estuvieron expuestas en el crucero del templo de San Joaquín, permitiendo a los ciezanos velar el cuerpo de Cristo Yacente. Un acto que lleno de espiritualidad, silencio y encuentro con Cristo llenó las horas de la madrugada del Sábado Santo Ciezano.

 

Es innegable que el Sábado Santo ciezano cada vez va consolidándose más como una cita imperdible para los ciezanos, y es que cuando los tercios infantiles sacan sus imágenes a la calle el pueblo de Cieza sale con ellos. De nuevo la Esquina del Convento fue antesala de la Resurrección. En este emblemático punto ciezano los tercios infantiles hicieron la Cortesía con sus grupos escultóricos, llenando la plaza de gente que expectante no quería perderse tal anticipo de la Resurrección. Resurrección que en la mañana del Domingo de Resurrección volvió a recorrer las calles de Cieza con los pasos que conforman la Procesión del Resucitado, procesión que se formó, como es tradicional, tras la Cortesía que se celebró en la Esquina del Convento. María se encuentra con el Hijo Resucitado, resucitado que 75 años después desde su creación sigue dejando anonadado al mismísimo Carrillo cuando en la Esquina del Convento resucita entre el vuelo de los caramelos y los acordes de ‘’La Cortesía’’.

 

Todo acabó en la Ermita de San Bartolomé, donde los nostálgicos acudimos junto con la Virgen del Amor Hermoso a cerrar la Semana Santa y dejar escapar los sentimientos acumulados en nuestro interior.

 

Otro año más la Semana Santa de Cieza acabó cuando la imagen de Gonzaléz Moreno entró entre el repicar de las campanas. La Semana Santa visible terminó, pero la silenciosa, siempre está presente y continua entre nosotros. Está presente en El Anda, en cada tertulia del Café San Sebastián, en la nostalgia de las noches de invierno, en la reproducción de una marcha procesional , en una reunión de directiva o en el simple recuerdo de lo grandiosa que fue la Semana Santa de Cieza 2019. Una Semana Santa con nombres propios y del pueblo.

 

La Semana Santa nunca acaba si en nuestro recuerdo y ánimo permanece presente.

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