Que nadie piense que esto es de ahora, en el siglo diecinueve, el diestro sevillano Antonio Reverte despertaba la líbido de las damas mientras lanceaba toros; como también lo hiciera en el siglo anterior Pepe-Hillo, y las mozas madrileñas lloraron su muerte en la plaza como si de un amante se tratara.
Esta fascinación por el torero de los ojos de verde luna hizo que el público asistente empujase e hiciese presión para que se le concedieran los trofeos, entre algún que otro "guapo" que salía de algunas gargantas femeninas. Paco Ureña, que carece del sex-appeal del hijo de Paquirri recibió una atronadora ovación del público ciezano; quizás en recordatorio de su triunfo "isidril", de lo que hizo ayer en Bilbao y sobretodo por su entereza al regresar a los ruedos después de haber perdido la visión de su ojo izquierdo. Pero, Paco hizo ayer el toreo caro, el de aromas profundos, de remates en círculos casi barrocos, con la honestidad torera que le caracteriza. Y lo hizo en su primero, de nombre "Bonancible", negro listón de 534 kilos. Lo recibió de capote con espléndidas "verónicas" y algunos "delantales" hasta dejarlo en los medios. Al toro le administraron un puyazo hiper-trasero. En realidad no hubo un sólo puyazo en el morrillo en todo el festejo, todo fue trasero. Vivimos una época de excelentes banderilleros; sin embargo en la sección de picadores parece que el tiempo se paró hace décadas y esta suerte sólo se respeta y dignifica en algunas plazas de Francia.
También este toro recibió dos pares de banderillas, como el resto de la corrida. A los aficionados, en las plazas de tercera se les priva de ver los terceros pares. Es algo que apenas entendemos. Aunque razones tendrán los presidentes y asesores incluidos, pero que nunca las explican. Ureña hilvanó varias tandas con ambas manos, sobresaliendo las de mano izquierda y un maravilloso y rotundo "pase de pecho", de los de cartel. Dio un pinchazo sin soltar y después una entera. El toro tuvo una lidia y muerte de bravo. Paco recibió una oreja. En su segundo, lo más sobresaliente fue la interpretación casi solemne de un pasodoble por la banda Asociación Musical de Cieza; una solemnidad que nunca tuvo la faena de Ureña a un toro soso y parado, sin nada que expresar. A pesar de la escasa transmisión del trasteo del lorquino, el respetable solicitó una oreja después de una estocada y descabello, y el presidente la concedió.
En el principesco Cayetano Rivera vimos los dos perfiles que ya nos tiene acostumbrados. En su primero, de pelaje "jabonero barroso" o "jabonero sucio", un toro de hechuras magníficas que complicó la lidia al torero de dinastía; su técnica un tanto precaria, (nada que ver con su hermano Fran) y aunque se quisiera justificar con unas rachas de viento, lo cierto es que Rivera se vio sobrepasado por su oponente. Pinchazo y estocada, recibiendo cariñosos aplausos. Ya, en su segundo, y ante un toro avanto que poco a poco fue aumentando su nobleza, Cayetano realizó una faena con ciertos ribetes estéticos, aunque sus pases no fueran largos y rotundos, aliviándose en ciertos momentos. Finiquitó con una estocada atravesada, recibiendo un par de orejas, mientras el toro era premiado con una vuelta al ruedo.
Hace cuatro años, Alberto López Simón, cuando su presencia era toda una novedad, indultó un toro del "Tajo y la Reina" en Cieza. Entonces, su estilo torero se basaba en "arrimones" y un toreo muy de cercanías, bajo la influencia José Tomás. Cuatro años después nos ofreció un panorama bien distinto: ahora el joven torero de Barajas tira de un repertorio menos atormentado y puede que mas superficial, donde prima el toreo accesorio con abundantes molinetes, o el "tio vivo" o "rueda" que tan de moda están. En realidad, un toreo efectista que le puede llenar de orejas, aunque luego apenas recordemos aquello. En su primero, un negro mulato listón, que recibió un puyazo trasero y bajo, para luego vivir un sainete en banderillas. Le costó verlo claro, para muy al final conseguir algunos meritorios pases a base de oficio. Pinchó y de una estocada caída consiguió hacerse de una oreja, en cierto sentido benévola. En el último del festejo, un toro berrendo en negro, el torero volvió a realizar un trasteo del mismo cariz que el anterior, matando también de una manera efectiva, recibiendo otra oreja para componer el trío de triunfadores y puerta grande.
Los toros de "Nuñez de Tarifa" en su mayoría "abrochados de pitones" y cómodas cabezas, posibilitaron el triunfo de la terna debido a la gran nobleza que desarrollaron, siendo colaboradores, sacando la bravura del encaste Domecq. La plaza registró media entrada en tarde de excelente temperatura.
CAYETANO Palmas y 2 orejas.
PACO UREÑA 1oreja y 1 oreja
LÓPEZ SIMÓN 1oreja y 1 oreja