No podía ser de otra forma, el color es protagonista en la vidriera en la que San Juan Bosco sostiene de la mano a dos niños. La artista recibió el encargo por parte de la parroquia hace un año y, ya dispuesta en su lugar, se ha convertido en un auténtico espectáculo para el viandante y los parroquianos.
¿Qué importancia tiene el color en su obra?
Es básico, fundamental. El color es transmitir cada una de las sensaciones con las que yo trabajo. Me centro en la espiritualidad de las cosas y las personas y, necesito transmitirlo a través del color.
En periodismo, los colores se utilizan para transmitir ciertas sensaciones, ¿los utiliza usted en el mismo sentido?
Cada color tiene asociado un estado de ánimo pero eso todavía se puede ampliar más. Mi tesina es respecto a la sinestesia y al color como herramienta creativa. Las personas con sinestesia son las que tienen unidos los sentidos: cuando escuchan música ven color o cuando ven color sienten sabores. Tienen unidos los 5 sentidos. El color simboliza muchas cosas y se utiliza en muchas disciplinas. Hay un montón de investigaciones en ese sentido y, al leerlos, ves lo que significan los colores en las distintas sociedades y culturas…Es algo súper rico, es una pasada.
Al final, uso los colores según lo que quiero transmitir.
Decía el periodista Antonio Parra en un texto que escribió sobre usted que su obra es algo así como una mirada al pasado, ¿se reconoce en esas palabras?
Sí, es una mirada al pasado pero porque él se refería a algo así como al origen, como que es algo que sale del origen, de la explosión de las primeras cosas. Otra vez dijo que soy alquimista de emociones, en otro texto suyo. Antonio Parra es un gran amigo que conocí, por mediación de Pepe Lucas, en la exposición de Los Molinos del Río. Recuerdo esa exposición con mucho cariño por conocer a gente como Antonio Parra o el también periodista Carlos del Amor, que ahora está en TVE.
En esa mirada al pasado estará su propia vida, claro
Empiezo un poco por cosa de mis padres. Mi madre nos apuntó, a mi hermana y a mí, a las clases de pintura de Solano. Empecé con 11 años. A partir de ahí, estuve hasta los 17 años con Solano, y después con María Jesús Castañeda. Pero nunca me había planteado hacer Bellas Artes.
Entonces, ¿cuándo lo decide?
Recuerdo que Antonio López, director de la galería Clave, de Murcia, vino a impartir un curso de grabado, me animó a hacer Bellas Artes, pese a que no me gustaba el dibujo técnico. En COU, terminando, es cuando se me enciende la bombilla. Eché mi solicitud en varias universidades y acabé matriculándome en Pontevedra, en Galicia. Hice el primer año con idea de trasladarme pero estuve muy a gusto. Tanto que, al terminar la carrera, me quedé tres años más.
¿Qué le ofrece Galicia como creadora?
Un contraste muy grande. La gente, su forma de ser… y luego largarme de aquí con 17 años, viajar…Todo era chulo, ¡Hasta venir en autobús 25 horas! Aprendí muchas cosas al estar sola viviendo. Sobre todo la gente que conocí, los amigos…eran cosas que no tenían nada que ver con lo que había vivido hasta entonces.
¿Cuándo se encuentra el abstracto?
A finales de tercero y en cuarto de carrera empecé a interesarme y a experimentar con eso. Pero quiero decir algo: yo no soy abstracta, aunque es lo que piensa todo el mundo.
Imagínate un muro de madera, las vetas, el musgo…hay formas, aunque puedan pasar desapercibidas. Hay que fijarse en los detalles, en los detalles está la figuración.
Muchos amigos piensan que el arte figurativo no me gusta pero no es verdad. A mis alumnos en clase les enseño a hacer figurativo, e incluso yo dibujo, pero de forma diferente y sí, muy relacionada con la abstracción.
¿Se expresa mejor el pintor lejos de la figuración, más cercano al abstracto?
No sé otros pintores pero yo me siento más libre. Soy más libre esquematizando, transmitiendo, no me gusta ceñirme a nada particular. Te permite mucha libertad, lo ves todo más abiertamente. Y si tienes que hacer algo más figurativo lo haces y punto, no hay ningún problema. Lo verdaderamente importante es plantarse delante de algo y que eso te transmita, es lo máximo que le puede pasar a un artista. Así se consigue el objetivo.
¿A quién le pinta Paulina Real?
A mí misma y a la gente, a todo el mundo.
¿Y qué es aquello que le inspira?
Es encerrarme, poder trabajar tranquila. No hay nada que me inspire en particular, es ensimismarme dentro de la obra que estoy haciendo y eso me va llevando de una cosa a otra.
Mi pintura es un poco espiritual, juego un poco con las sensaciones entonces, según voy sintiendo, voy probando y experimentando casi sobre la marcha.
Picasso, creo, decía que las musas te pillen, pero que lo hagan trabajando
Totalmente. Una idea no te sirve de nada si no la apuntas o la desarrollas en el momento. Tienes que pensarla y desarrollarla en el lugar adecuado, si no, no funciona.
En algún momento no saldrá el cuadro, claro
Cuando no sale lo castigo contra la pared y lo dejo allí durante un tiempo. Sobre todo suele pasar cuando hay presión ante la fecha de una exposición o algo parecido. Tras un tiempo lo rescato y vuelvo a probar por distintos caminos.
Ha expuesto en Holanda, Málaga, Palma de Mallorca, Galicia, Alicante…¿Cieza tiene un papel importante en su trayectoria?
Sí, sí lo tiene. Mis primeras exposiciones fueron en Galicia pero, en el año me vine para aquí y entré en todo el sector cultural de la zona. CajaMurcia es la primera exposición individual que hago. Tienen un papel fundamental en eso y, a partir de ahí, hay más movimiento: expuse en Miami y en Gante. También he estado en Tánger… Es un carrusel en el que giras de un lado para otro.
En 2007 fue muy importante ir a Nueva York, hicimos un catálogo traducido y fue muy bien. También Florencia, en la que fui seleccionada con algunos otros artistas de Cieza.
Una vez más, ¿y Cieza?
Cieza es mi pueblo, son mis raíces. Me gusta, de vez en cuando, exponer aquí. La última en la galería Salzillo fue la del Chipirrin. La gente pregunta cuándo voy a exponer.
Se siente cómoda, por tanto, en Cieza
Sí
No es de las que reniegan o consideran que uno no es profeta en su tierra
No, yo reniego de las políticas culturales del ayuntamiento.
Es cierto que falta apoyo
No falta, es que no existe. En su día, José María Rodríguez intentó que la gente se asociara pero…después nada. Yo me he encontrado proponiendo cursos y actividades y me han dicho que no, que lo importante es tener a los niños, las fieras, entretenidos. No ha habido apoyo, ni interés por el patrimonio.
Antonio Muñoz, su compañero, aparece apoyado en el quicio de la puerta. La entrevista se convierte en una conversación a tres bandas. El valor de la pintura, de lo que es o lo que no es arte e incluso de las bondades y maldades del este mundo –vorágine de información- en el que se ensalza a quien no se debe cobran especial protagonismo en un diálogo que se alarga, con máximo placer, más de lo previsto.
Y así, entre las obras de Paulina Real, que descansan ocupando casi toda la sala, el reloj agota una y otra vuelta. Porque quizá no hay magia más allá de una conversación como esta, que alimenta el espíritu.